Capitulo 24 (Parte 2)

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-¿Jorge? -inquirió confundida.
Otra estúpida sonrisa se formó en el rostro de él. Ella se aguantó las ganas de reír. Se veía realmente gracioso. Dejó su toalla a un costado y se acercó a él.
-Hola, enanita -la saludó algo tonto. Ella arrugó la nariz, divertida.
-No deberías estar aquí, Jorge -le dijo dulce -El doctor dijo que tenías que hacer reposo.
-¿Quién es ese doctor que cree saber todo, eh? -preguntó -Yo no necesito hacer eso... necesito decirte algo.
Martina se acercó un poco más y tocó su frente. Se sorprendió al sentir lo caliente que estaba su piel. Volaba de fiebre.
-Jorge, estás volando de fiebre -dijo preocupada.
-Martina-murmuró él y entonces tomó su rostro con ambas manos.
Ella se vio apresada por aquel toque que se le había vuelto tan familiar en tan pocos días.
-Vamos, Jorge, voy a llevarte a tu cuarto...
Intentó salir de su agarre pero no pudo. Él unió sus frentes, y ella se quedó totalmente hipnotizada por aquellos ojos mieles.
-¿Por qué estás todo el día metida en mi cabeza? -le preguntó. Martina se estremeció ante el calor de su aliento rozándole la boca. Tenía aquella mirada tan fija en la suya, que se le hizo imposible respirar -¿No estás cansada de estar allí? -ella se mordió el labio inferior. Él solo estaba delirando. Debía llevarlo a su habitación.
-Jorge -le habló -Debes ir a la cama. Deja que te lleve...

-¿Sabes todo lo que sufrí el día que te fuiste? -quiso saber él. Martina se quedó callada. Quería llevarlo a su habitación, pero también quería escucharlo -Tenía 13 años, y fue el dolor más... extraño y fuerte que sentí en mi vida. ¿Cómo es aquello posible? Era solo un estúpido niño que se había enamorado de la hija de su jefe. Y ese día lloré, lloré luego de que te llevaron. Y supuestamente yo era el niño que nunca lloraba -se sentía bien consigo mismo. Tenerla así de cerca era tan maravilloso como estar diciéndole todo eso. Se sentía libre, no le importaba lo que podría pasar después. Solo tenerla así -Y esperé que volvieras, Martina. Pero no lo hiciste -un nudo se formó en la garganta de ella y se agarró a las manos de él, que sostenían su rostro -Así que simplemente... te olvidé.
-Yo...
-Y ahora vuelves como si nada y llenas mi vida de confusión y peligro -siguió hablando como si nada importara -¿Con qué derecho, Martina? ¿Con qué derecho llegas aquí y pones mi mundo al revés? ¿Con qué derecho haces latir mi corazón tan rápido?
Los ojos de la morena se poblaron de lágrimas. Levantó un poco el rostro y acarició la nariz de él con la suya.
-Yo jamás quise hacerte daño, jamás -murmuró y sus ojos se cerraron. Era tan maravilloso tenerlo tan cerca -Perdóname, Jorge... por favor, tienes que...
Se vio interrumpida por un par de labios que tomaron los suyos, acallándola completamente. Todo a su alrededor pasó a ser nada, en comparación a las cosas que su corazón estaba sintiendo. Sus labios comenzaron a moverse suavemente sobre los de ella. El corazón de Martina dio un vuelco. La boca de Jorge tenía el sabor más maravilloso que ella había probado en su vida. Era tan terrenal e masculino. Estaba segura de que jamás iba a poder olvidarlo. Se dejó llevar por él, por su boca, por su sabor. Se encontró apretando las manos de él sobre su rostro, en un silencioso pedido de que no la dejara.
¿Cuándo fue la última vez que alguien la había besado de aquella manera? Ella no lo sabía. Y si alguna vez había pasado no lo recordaba. En ese momento no podía pensar en nada más que no fuera aquel beso.
Le respondió de la misma manera dulce y delicada, recorriendo cada centímetro de su boca, dejándole conocer un poco más.
Entonces él comenzó a alejarse de ella, otorgándole pequeños y suaves besos. Martina no podía abrir los ojos, no quería peder la sensación que se mantenía en sus bocas.
Él volvió a unir sus frentes. Su respiración agitada le enfrió los labios húmedos.
-Besarte era algo tan necesario -murmuró él agitado -Tan necesario como respirar.
Martina solo asintió con los ojos cerrados. Se sentía tan... no podía explicarlo. No podía entenderlo. ¿Y qué iba a hacer ella ahora con todo aquello?
-Jorge...
-Era necesario, Tini.
Ella abrió los ojos para mirarlo y él aun no los abría. Entonces ella sonrió.
-¿Quieres acostarte a dormir aquí, en mi cuarto? -le preguntó.
-¿Crees que sea correcto? -quiso saber él y entonces abrió los ojos para mirarla.
-No deberías estar aquí, eso no es correcto.
-Entonces, ¿Qué hago? ¿Te vuelvo a besar?
-No puedes -musitó ella. Jorge sonrió.
-¿Por qué? -murmuró en el mismo tono que ella.
-Porque estás volando de fiebre y tienes que descansar.
De repente la soltó y ella se sintió tan dejada que casi se lo reprochó. Él giró y sin dudarlo se tiró en la cama que estaba frente a sus ojos.
-Tengo frío -le contó. Martina se acercó a él.
-Eso es porque tienes fiebre -le aseguró mientras abría las sábanas y lo tapada. Jorge se acurrucó bien y se acomodó en la almohada.
-¿Vas a dormir conmigo? -le preguntó con los ojos cerrados.
-Tal vez...
-Mejor si lo haces.
-¿Por qué? -preguntó ella.
-Porque cuando me despierte también voy a besarte. Y te necesito cerca para eso.

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OMG!!!! <3 Q hermoso porfin paso lo que todas queríamos!! <3

Wild horses (Adaptada) ~Terminada~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora