Capitulo 30 (Parte 1)

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Llegaron corriendo al despacho de Alejandro e ingresaron para encontrar que Cecilia estaba arrodillada al lado de él y lo sostenía contra su pecho. Levantó la vista para mirarlos y vieron las lágrimas que corrían por sus mejillas. El corazón de Martina dejo de latir. Su padre no podía estar muerto, claro que no.
—¡Llamen al doctor Henry! —exclamó Jorge y se acercó hasta ellos para alzar a Alejandro en brazos.
Con una facilidad que sorprendió a la morena salió de allí y comenzó a subir las escaleras, como si su padre no pesara nada. Ella simplemente no podía reaccionar, estaba totalmente ida.
—¿Qué estas esperando? —le preguntó Ruggero —¡Sube con ellos!
Asintió tontamente y subió corriendo detrás de los pasos de Jorge. Llegó a la habitación de su padre y vio como Jorge lo acomodaba sobre la cama. Se acercó hasta ellos.
—Papá —lo llamó y se arrodilló a su lado —Por favor, papito, despierta...
Greg no reaccionó. Entonces los ojos de Martina soltaron las lágrimas que había estado acumulando durante todo el camino. Su padre lo era todo para ella. Y si él... se iba ella... ella no iba a soportarlo.
—Tranquila, Martina —le dijo Jorge y acarició su hombro. Ella siguió con la mirada fija en su padre —Le tomé el pulso, está vivo... solo está inconciente.
Ella se giró a verlo.
—Me muero si le pasa algo —dijo con la voz quebrada.

Jorge se arrodilló a su lado, la tomó del rostro y la acercó a él para acurrucarla contra su pecho. Ella se echó a llorar a conciencia y se apretó más contra él.
—Nada va a pasarle, te lo prometo...
Alguien entró al cuarto. Era Cecilia. Ellos la miraron y se pusieron de pie. Ella se acercó hasta la cama y se sentó al lado de Alejandro. Estaba pálida y el cuerpo le temblaba.
—Ya viene el médico —dijo apenas audible.
—Mamá, todo va a estar bien – la calmó él.
Ella simplemente asintió y miró a Alejandro. Había ido a buscarlo a su despacho para decirle que si... que se quería casar con él y compartir el resto de los años que le quedaban... juntos. Y lo había encontrado tirado en el suelo, inmóvil, con los ojos cerrados. Su mundo se había venido abajo. Ella simplemente iba a morir si al amor de su vida le pasaba algo... Él creía que ella ya no lo amaba, cosa que no era cierta. Lo miró y levantó su mano para acariciar su rostro. Siempre iba a amarlo, no importaba el daño, el dolor, los años... Alejandro Stoessel era la otra mitad de su alma.
Ruggero entró corriendo al cuarto, todos se giraron a verlo.
—Llegó el doctor —avisó.
Martina salió rápidamente de la habitación y vio al hombre bastante mayor que terminaba de subir con algo de dificultad las escaleras. Tardó un poco en reconocerlo, pero lo hizo. Ese era el doctor que los atendía a ellos cuando ella aun vivía allí. Por Dios ese hombre todavía estaba vivo... debía tener como más de 100 años.
Sacudió la cabeza y se acercó hasta él.
—Por aquí está mi padre, doctor —le indicó. El hombre la miró sobre sus anteojos y asintió con la cabeza. La siguió en silencio en ingresó al cuarto. Martina iba a entrar, pero él la detuvo.
—Necesito estar solo —le dijo con voz rasposa. Ella asintió. Y se quedó parada en la puerta. Apoyó la frente contra esta, y suspiró.
—Ven, Cecilia —dijo Rugge —Vamos abajo... voy a hacerte un té de tilo así te calmas un poco... Alito va a estar bien.
—Vamos, vamos —susurró ella.

Jorge vio como ellos dos desaparecían por las escaleras. Giró y observó a Martina apoyada contra la puerta, dándole la espalda. Se le encogió el corazón. Saber que ella estaba mal lo angustiaba. Se acercó un poco...
—Tengo miedo —escuchó que ella murmuraba.
—Ven aquí, Sky —le dijo.
Ella giró para mirarlo. Y sin dudarlo dos veces casi corrió hacia él y se metió entre sus fuertes brazos. Aquel único aroma a campo, sol, hombre y algo dulce la invadió. Era el aroma de Jorge. Aroma que la calmaba, que la abrumaba.
Él la abrazó con firmeza, haciéndole escuchar los latidos rápidos de su corazón.
—¿De verdad crees que él va a estar bien? —preguntó ella contra su pecho.


Wild horses (Adaptada) ~Terminada~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora