Capitulo 31

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Martina fue la primera en entrar, pero se detuvo al ver que Jorge no la seguía. Se giró a verlo.
—¿Por qué no vienes? —le preguntó.
—Yo... ¿quieres que entre? —dijo inseguro.
—Claro que si, Jorge, te necesito aquí... conmigo.
Él sonrió e ingresó. Ruggero también entró junto a ellos y cerró la puerta con cuidado. Martina se acercó rápidamente a la cama al ver a su padre con los ojos levemente abiertos.
—Por Dios, papá... me asustaste tanto —le dijo ella y se acercó a él para abrazarlo. Alejandro sonrió levemente.
La puerta de la habitación se abrió y Cecilia ingresó como un rayo. Corrió hacia la cama y se sentó del otro lado.
—Dios santo, estás bien —lloró y también lo abrazó.
Martina sonrió y se puso de pie. Miró al ojiverde y este se encogió de hombros. Mientras Cecilia abrazaba y lloraba sobre Alejandro, ellos dos y Rugg se acercaron al doctor.
—¿Qué es lo que tiene, doctor? —preguntó Jorge.
—No es para alarmarnos —les dijo primero —Pero si para tomar precauciones. Alejandro sufre de presión alta... por eso últimamente ha estado teniendo dolores de cabeza, mareos y falta de aire, como me lo ha mencionado...
Martina miró a su padre.
—¿Por qué no me dijiste nada? —le preguntó enojada. Alejandro se sentó en la cama, con la ayuda de Cecilia.
—No quería preocuparte, hija...
—Eres un... inconciente —le aseguró —Pero ya voy a hablar seriamente contigo... prosiga doctor.
—Esto de la presión se puede deber o mejor dicho... se debe a una serie de situaciones de nervios y preocupaciones.
—¿Qué más me has estado ocultando, Alejandro Stoessel? —dijo la morena sin poder creerlo.
—Ya niña Martina —dijo Cecilia —No lo retes más...
Martina suspiró y volvió la vista al frente.
—¿Qué es lo que tenemos que hacer? —le dijo al doctor.
—Debe descansar, relajarse, estar en cama, dar paseos tranquilos... Eso si, ya nada de sal en las comidas. Y no más negocios por un tiempo.
—Doctor... —murmuró Alejandro. Todos lo miraron —Usted no me puede pedir dejar mis negocios. Todo se va a venir abajo...
—Yo voy a hacerme cargo de ellos —sentenció Martina.
—Pero hija, estás son tus vacaciones...
—También las tuyas, papá. Yo puedo hacerlo, Rugge va a ayudarme y —miró a Jorge y no pudo evitar sonreír —Jorge también.
—Claro que si, señor —dijo él.
—Bien —suspiró Alejandro —Voy a tomarme las vacaciones... realmente.
Todos sonrieron. El doctor guardó sus cosas y caminó hacia la puerta.
—Lo acompaño abajo, doctor —dijo Ruggero. Ellos dos salieron de la habitación. Martina se giró a ver a su padre.
—Te vas a salvar de mi regañada, Alejandro Stoessel solo porque no quiero que te vuelva a dar un ataque...
—Tini —sonrió él —Voy a estar bien, hija. Voy a hacer todo lo que me diga el doctor ¿si?
—Más te vale —miró la escena de Cecilia sentada a su lado. Ellos dos necesitan unos momentos a solas. Miró a Jorge —¿Me acompañas a hacer una sopa para mi padre?
—Por supuesto —asintió él.
Salieron con cuidado del cuarto. Y suspiraron a la vez cuando cerraron la puerta. Ahora estaban solos. Si, solos. El corazón de Martina se aceleró.
—¿Martina? —dijo Jorge.
—¿Si? —preguntó ella.
—Voy a besarte...
Ella rió y comenzó a retroceder. Jugar un poco en aquel momento podía ser realmente relajante.
—Solo... si logras alcanzarme, salvaje —aseguró y comenzó a correr.
Corría tan rápido como podía. Pero entonces giró la cabeza y Jorge no estaba detrás de ella. Frunció el ceño, ¿Por qué no la había seguido? ¿Acaso no había entendido el juego?
Llegó hacia las escaleras y las bajó sin dejar de mirar hacia atrás. Se sentía algo decepcionada. Él no la había seguido. Pero entonces chocó con algo y ahogó un grito... miró al frente y él estaba allí. ¿Cómo demonios lo había hecho?
—Te atrapé —dijo tomándola de cintura. Ella miró hacia atrás y balbuceó tontamente.
—Pero... pero... ¿Cómo es que... estás aquí? ¡No me seguiste! —exclamó.
—Primero te beso, y luego te explico —sonrió él.
Bajó la cabeza y capturó sus labios. Martina cerró los ojos y abrió la boca, recibiendo su sabor. ¡Que descarada que estaba siendo! Besar así como si nada a un hombre que todavía tenía novia. Pero no le importaba, realmente no le importaba.
—¡¿QUE SIGNIFICA ESTO?! —chilló ella.
Ellos se alejaron asustados y se giraron a verla.
—¡Stephie! —dijo Jorge. La castaña los miraba sin poder creerlo.
—Uups, creo que hoy mataremos dos pájaros... ¿de dos tiros? —inquirió ella en voz baja.
—¡Estoy esperando una respuesta! —gritó histérica.
Jorge tragó saliva. Ya era hora de dejar todas las cosas bien claras.

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HOLA!!! :) Espero q les haya gustado! Y ya casi llegamos al final de esta novela!! :/ pero los capitulos que siguen estan muy buenos!!! :) 

Gracias!! :) 

Wild horses (Adaptada) ~Terminada~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora