Reciprocidad: La Cosecha De La Zorra

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¿Cómo podría estar mal hacer algo por amor?

¿Cómo pueden juzgar y señalar cuando no saben lo que has tenido que sufrir para lograr lo que anhelas?

¿Quien decide lo que es válido y lo que no a la hora de luchar por lo que amas?

Pues no me importa ser mala, ser juzgada o ser señalada.

Si eso es necesario para tener lo que más amo, entonces pueden lanzar el primer golpe por qué lo recibiré con una sonrisa.

Siempre y cuando él este a mi espalda listo para sujetarme podré soportar lo que sea...

Siempre que él esté ahí...

Y estará ahí...

¿Cierto?...









¿Cierto?

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— ¿Por qué tardaste tanto? Te llamé hace dos días y dijiste que vendrías enseguida — me quejé restregandome en su pecho, amaba estar ahí y sentir sus manos recorrer mi espalda, no podia imaginar un mejor lugar.

— Lo siento pequeña, pero me fué imposible, mi padre insistió en que lo acompañara a un par de reuniones importantes con dos representantes de uno de los  partidos opositores, dijo que era relevante para mí futuro y de hecho tenía toda la razón, al parecer podría haber una coalición y están interesados en nombrar a alguien de mi familia como representante, fue más una entrevista que una reunión, así que si todo sigue como hasta ahora pronto será una realidad — me explicó con la voz emocionada mirando al techo mientras dibujaba círculos en mi espalda... Cómo si supiera de lo que hablaba o si me interesara.

— Debiste al menos avisarme, estuve aquí encerrada sin salir... Y sola, sabes cómo odio eso — susurré molesta, en verdad lo odio, pero sobre todo odio no estar con él cuando me lo promete, ahora más que nunca quería estar a su lado, debíamos apresurar las cosas y ya había perdido tiempo valioso, debía moverme rápido si quería solucionar todo.

— Sabes que no puedo hacerlo, todos me observan siempre, sobretodo cuando estoy con mi padre, no puedo darme el lujo de ser imprudente. Además sabía que estabas bien, afortunadamente no estabas ahí cuando entraron al apartamento — dijo acariciando mi cabello.

— Si, ya no estaba ahí porque el idiota de Izuku me corrió, ya te lo expliqué — tuve que recordarle, al parecer de nuevo nisiquiera había puesto atención a lo que le dije cuando llegó.

Cada vez que nos veiamos en algún hotel llegábamos directo a desnudarnos y no hablábamos hasta un par de horas después cuando nos deteníamos a descansar, ya era casi una costumbre, sin embargo esto no era como siempre, necesitaba que aceleraramos todo, aún no había pensado en un plan en concreto y necesitaba su ayuda para idear algo rápido. Pero como era de esperarse en cuanto entró por la puerta se quitó la ropa y continuó con la mía mientras yo hablaba tratando de explicarle la situacion... Para mí desgracia yo misma me olvidaba de todo en cuanto comenzaba a acariciarme, y dejé mis preocupaciones de lado al sentir sus manos masajeando mis senos y su boca en mi cuello. ¿Cómo es posible que después de tanto tiempo siga siendo tan débil ante él?

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