Retaliación: Un Indefenso Conejo, Un Herido Dragón

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Los corazones son frágiles delicados y volátiles.

Necesitan cuidados y atención, sobre todo saberse queridos, aceptados y, con suerte, correspondidos.

Un corazón amado será lo más luminoso que pueda existir, rebosara de felicidad y está se extenderá llegando a quienes estén cerca, sobre todo será recíproco a quien provoque esa dicha.

Un corazón amado será siempre la más grande estrella...

Pero...

Un corazón destrozado...

Un corazón apartado de lo que anhela y busca con desesperación será fácilmente corrompido.

Un corazón roto buscará refugio, ya sea en un cálido abrazo de consuelo o una llama abrasadora de furia.

Se dice que un corazón despechado es peligroso... Y tienen razón...







 Y tienen razón

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— Estarás bien, nerd, te van a adorar, y si no, puedo ir a obligarlos — dijo en medio de una risa ronca.

— No creo que eso sea necesario Kacchan, pero gracias de todos modos — respondí riendo bajito, tenía que admirar su intento de tranquilizarme.

— Todo saldrá bien, solo relájate y sé tu mismo, no necesitas esforzarte, eres genial en lo que haces y estoy seguro de que te lo darán enseguida — siguió animandome pero escuché claramente más voces cerca, era mejor que se concentrara en su trabajo, ya habíamos hablado más de cinco minutos y él debía presentar el proyecto a sus clientes.

— Gracias, eso espero — sonreí feliz — debo irme, pasaré a desayunar para hacer tiempo, quiero llegar temprano — dije riéndome más alto — te veré está noche, suerte con tu proyecto — me despedí.

— Claro nerd, te veo está noche, y no te angusties, todo irá bien — se despidió colgando.

Caminé con calma a la cafetería que se había convertido en mi favorita después de que Kacchan me había llevado hacía semanas. La dueña se llamaba Ibara y me sorprendí al saber que había sido compañera de Kacchan en la universidad, se había hraduado para darle gusto a sus padres pero en cuanto lo hizo siguió su sueño y ahora tenía esa pequeña y popular cafetería en el centro.

Por lo general íbamos juntos a desayunar o comer, pero está vez ambos estábamos ocupados, de hecho hacia días que no nos habíamos podido ver. Él tenía un proyecto importante que entregar, lo suficiente como para que hubiera pasado varios días seguidos trabajando con Shoto en el estudio. Sabía que les iría bien, ambos eran increíbles y era casi hipnotizante contemplarlos trabajar concentrados, hablando serios y decididos.

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