Aceptación: La Aflicción Del Lirón y El Tigre.

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Tenerte en mis brazos fué lo mejor de mi vida, sostenerte con mi fuerza y verte sonreír suspirar o llorar fué un privilegio, uno que sé que no se repetirá...

Amar implica buscar la felicidad del otro tanto como la propia, y cuando ya no puedes brindarla lo mejor es otorgar libertad...

Libertad para seguir adelante, para continuar recorriendo ese camino que tarde o temprano llegará a su verdadero destino...

Esa libertad es necesaria y al mismo tiempo increíblemente dolorosa... Pero lo vales, ver tu sonrisa y tus ojos llenos de brillo y amor lo valdrá siempre...

Aunque la causa ya no sea yo...












Aunque la causa ya no sea yo

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Deku despertó hasta la mañana siguiente.

Nos dijeron que era normal dada la cantidad de narcóticos en su sistema, pero aún así no pudimos relajarnos ni un minuto mientras estuvo inconciente.

Tuve que soportar de nuevo el idiota relato de lo que sucedio de boca del hijo de perra pelimorado mientras le contaba todo a su madre. Me dolieron los nudillos por la fuerza con que mantuve apretados los puños todo el tiempo, no quería volver a escuchar como Deku lo había besado y se le había insinuado, ya entendía que no había sido de forma conciente y que en realidad a quien buscaba era a mi, eso me ayudó a mantenerme bajo control, peor aún así fue un puto fastidio.

Pensar que estaba a salvó siendo atendido me dió la calma para soportar escuchar todo de nuevo, eso y la mano de su madre que sujetó la mía sin mirarme, poniendo toda su atención en lo que ese imbécil decía, pero aún así brindandome un poco de consuelo con ese toque que agradecí internamente.

En cuanto estuvo listo y cómodo en la habitación privada pudimos entrar a verlo, pero dijeron que era mejor que solo una persona estuviera con él para no alterarlo en cuanto despertara, así que el imbécil pelimorado y yo esperamos en el pasillo.

No había pasado ni una hora cuando derrepente explotó una bomba aún más poderosa que la de haber conocido a su madre...

Como un torbellino hecho de poder puro apareció sin aviso en el pasillo un hombre enorme y rubio con el ceño tan fruncido que sus cejas provocaban una sombra sobre sus ojos. Caminaba rápido y decidido, pero en cuanto vio al tarado ojeroso detuvo sus pasos mirándolo primero con duda, reconociendolo, y después con molestia, frunciendo el ceño aún más.

Y al igual que con su madre no necesite presentaciones, Deku me lo había descrito a la perfección. Siempre había pensado que exageraba, y ahora me daba cuenta de que, de hecho, había dejado de lado algunos detalles como el aura asesina que emanaba o el hecho de que sus puños cerrados eran del tamaño de mi cabeza.

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