XIII.

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Entramos en casa, todavía en completo silencio

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Entramos en casa, todavía en completo silencio. Había sido así desde que salimos del salón. Me miré la mano, allí donde descansaba el diamante que Charles acababa de entregarme. Era realmente abrumador. Tanto que me dolía el pecho cada vez que pensaba en ello. Me dolía cuando recordaba la mirada de Max, me dolía cada vez que pensaba en cómo decirle a Charles que aquello era una completa locura. Porque lo era.

-¿Estás bien, chérie? Llevas un buen rato callada -susurró nada más pusimos un pie en la casa y yo me quité los tacones para no despertar a Fynn.

El monegasco se despidió rápidamente de la niñera, que me dedicó una pequeña sonrisa reconfortante que agradecí enormemente en ese instante. Era una mujer muy agradable y amable.

-Charles... -susurré cuando la puerta se cerró y quedamos a solas. -Tenemos que hablar de esto -dije tomando el anillo entre mis dedos, quitándomelo y poniéndolo sobre la encimera de la cocina.

Sus ojos me analizaron durante un par de segundos antes de llevarse las manos a la cabeza y hundir los dedos en su cabello. Me dolía verle así, pero había sido él también el que me había acorralado delante de aquella multitud, prácticamente obligándome a decir que sí por vergüenza, por no ver cómo él se hundía delante de todos sus compañeros.

-Sé que es muy pronto, chérie, pero...

-No es eso, Charles. Es... tengo que pensarlo bien, ¿vale? -me moría por decirle la verdad, pero sabía que aquel no era el momento. Le hundiría si lo hacía en aquel instante.

-Es por él, ¿verdad? Todo estaba bien hasta que él apareció de nuevo -en sus ojos se reflejó la rabia, el desprecio y el dolor que le estaba provocando yo misma. Y no pude evitar sentirme enormemente culpable.

-No es por él -mentí. Claro que era por Max; siempre había sido por Max. ¿Cómo iba a ser feliz con otra persona cuando, en realidad, seguía enamorada de él?

-¡Claro que sí! ¿Crees que no veo cómo os miráis? ¡No me jodas, Lexie! -era la primera vez que me levantaba la voz; la primera vez que discutíamos. Ver a Charles así, dolido y exaltado, me resultaba realmente chocante.

-Charles... -susurré cuando él bajó los brazos y sus hombros parecían más caídos. Apartó la mirada rápidamente, en el mismo instante en el que intenté alcanzar su mano y él la retiró.

-Si tanto le quieres, vete con él -la sangre se me congeló en las venas. Me quedé completamente paralizada al escucharle. Parecía más serio que nunca, francamente impasible; y yo no estaba acostumbrada a aquel comportamiento por parte de Charles.

-¿Qué estás diciendo? -pregunté algo confusa.

-Es lo que querías hacer, ¿no? Dejarme. Pero aceptaste mi petición porque te daba vergüenza decirme que no... -sus ojos estaban llorosos y la pena se apoderó de mi pecho tan pronto como volvió a voltear su cara.

The Fight | Max Verstappen & Charles Leclerc (Salvation Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora