XXII.

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Me levanté del pequeño sofá en cuanto el médico entró por la puerta con el mismo gesto preocupado de siempre

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Me levanté del pequeño sofá en cuanto el médico entró por la puerta con el mismo gesto preocupado de siempre. Tenía una especie de amor odio con las visitas de cada mañana. Las adoraba, porque saber algo más del estado de Max siempre era un alivio, pero también las odiaba porque temía que algo empeorase.

-Buenos días, señor Bellini -le saludé como cada mañana. Él me dedicó una pequeña sonrisa que, para ser sinceros, me tranquilizó ligeramente. -¿Está todo bien? -pregunté impaciente al ver que él no me decía nada.

-Buenos días, señorita Baas -me correspondió el saludo para después acercarse a mi, haciéndome un gesto para que los dos nos sentásemos en el sofá. Me congelé con aquella reacción, pensando en que algo muy malo había sucedido y por ese motivo quería que estuviese sentada. Tragué saliva, en un intento en vano por tranquilizarme. -Hemos empezado a quitarle la sedación a Max -me informó con una pequeña sonrisa.

Me llevé las manos a la boca, intentando acallar aquel sollozo que, sin remedio alguno, se escapó entre mis labios. Las lágrimas se agolparon en mis ojos mientras la mano del doctor acariciaba mi espalda lentamente. Habían sido días y noches interminables, prácticamente sin dormir, en las que me había preguntado si en algún momento todo volvería a la normalidad, si Max volvería a abrir los ojos, si volvería a besar sus labios. Y, de pronto, el momento parecía haber llegado.

-No quiero que te precipites, Lexie -susurró el doctor cuando sequé mis lágrimas. -Puede que los primeros días no pueda ni hablar. El tubo del respirador suele dañar un poco la garganta y puede tardar unos cuantos días en recobrar la voz...

-Pero... ¿todo está bien, no? -pregunté en un susurro, por miedo a cuál podría ser la respuesta.

-Todo parece estar bien, pero tenemos que esperar a que Max despierte para estar cien por cien seguros. Tan solo... no quiero que tengas unas expectativas muy altas, Lexie. Max es un hombre en forma, y eso puede ayudar, pero nunca se sabe -asentí varias veces, pensando en cómo sería aquel momento en el que abriese los ojos de nuevo. Me pondría a llorar; lo tenía claro.

-¿Cuándo... despertará?

-Puede que sea esta misma noche. Ya hemos retirado la medicación y en un par de horas le retiraremos el tubo del respirador -me puse en pie rápidamente, tomando mi bolso para abandonar la habitación de aquel hospital. -Lexie, ¿te encuentras bien? -preguntó el médico frunciendo el ceño, algo contrariado con mi reacción.

-Necesito ir a comprar una pizarra -anuncié con una pequeña sonrisa. -Con lo testarudo que es Max, como no sea capaz de comunicarse, se frustrará bastante -dije seguido de una pequeña risa, porque ya podía imaginar su reacción.

El doctor me dedicó una pequeña sonrisa, negando varias veces con su cabeza mientras centraba su mirada en el suelo. Salí corriendo de la habitación, pasando por delante de Sophie, que me miró de forma confusa al ver lo apurada que estaba.

The Fight | Max Verstappen & Charles Leclerc (Salvation Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora