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Las lágrimas cayeron de mi cara y se metieron en su cabello. Un sollozo sacudió mi pecho, sacudiéndonos a los dos. Y él se aferró más fuerte.

Quería recuperar a mi niña. Quería que Kwan estuviera vivo, viviendo una vida feliz. Quería odiar a Seojon por haberse llevado a los dos. Pero el odio, simplemente no estaba allí. La rabia había desaparecido. Con Jin en mis brazos, todo lo que sentía era la inmensa tristeza que había enterrado durante tanto tiempo.

Así que lloré.

Y lloré.

Finalmente, cuando ya no quedaban más lágrimas, me recompuse y dejé ir a Jin. Le pasé las manos por el cabello, alisándolo, mientras lo inspeccionaba de pies a cabeza.

-¿Qué haces aquí?

Se encogió de hombros y se quitó una lágrima. -Te seguí cuando te fuiste. Estaba preocupado.

-¿Cómo me encontraste?

-Jungkook me ayudó. Su otro asistente, Mingyu, me consiguió la dirección de tu madre. Adiviné que vendrías aquí y, bueno... Tuve suerte.

Fruncí el ceño ante la idea de Jin al volante, especialmente en un largo viaje por carreteras heladas.

-Lo siento. Se me fue la mano y no debí hacerlo. Lo siento...

Me puso un dedo en los labios.

-No pasa nada.

-¿Estas bien?

-Estoy bien. Estamos bien. -Se frotó la barriga, luego miró más allá de mí hacia donde estaban mamá y Seojon. Jinnie sonrió, luego se acercó para estrechar la mano de mamá-. Soy Park Seokjin. Es un placer conocerla finalmente.

-Lo mismo digo. -Mamá tomó la mano de Jin pero me miró con recelo. No me extrañó que protegiera el cuerpo de Seojon con el suyo propio.

-Sé que es un mal momento -dijo Jin-. Pero realmente, realmente tengo que orinar. ¿Puedo usar tu baño?

Este doncel. ¿Cómo podía hacerme reír en un momento así? Dejé escapar una risa seca, luego agarré su mano y lo guié más allá de mamá y Seojon hacia la casa.

En cuanto vio el cuarto de baño, corrió hacia él, bajándose los pantalones sin ni siquiera cerrar la puerta. Sacudí la cabeza y la cerré mientras él lanzaba un suspiro de alivio al otro lado.
Que él llegara poco después que yo, significaba que tampoco había parado por el camino. Y tenía que haber conducido demasiado rápido. Normalmente, lo habría regañado por exceso de velocidad, pero en este caso, podría haber salvado la vida de mi hermano.

Me quedé de centinela junto a la puerta del baño, esperando a que el inodoro tirara de la cadena y Jin saliera.

-Uf. -Suspiró-. Mucho mejor.

-Bien. -Lo atraje a mis brazos de nuevo-. Siento haberme ido así.

-Lo sé. -Apoyó su oreja en mi pecho. Estos días, con su barriga sobresaliendo tanto, se ponía de lado para abrazarme.

Pasé un brazo por detrás de su hombro y dejé que mi otra mano se apoyara en su estómago. Patea. Por favor, patea. Necesitaba algún tipo de garantía que los chicos estaban bien. Que no les había causado a ellos y a Jin demasiado estrés.

-Aquí. -Jin tomó mi mano, deslizándola hacia el otro lado. Y así, un pequeño golpecito golpeó mi palma.

Gracias. -Los quiero. A los tres.

-Yo también lo sé -susurró-. Pero no podemos quedarnos en este pasillo para siempre. Tienes que salir y enfrentarte a él. Tenemos que dejar atrás el pasado para que puedas vivir el futuro.

La tragedia que nos unió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora