Capitulo 3: "El olfato del León"

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Vladimir.

El olor a lluvia me pone a respirar hondo, el pecho se me estremece y debo cerrar los ojos varias veces pasando el mal sabor que genera todo esto. Los recuerdos, el gentío y el alcohol promedio.

Armo dos lineas de polvo blanco en el dorso de mi mano, tapo uno de los
orificios de mi nariz e inhalo con fuerza avivando lo que me mata desde adentro.

En la monarquía de la mafia roja se nace siendo malo, tu sonajero es el
puñal que manda a hacer el Pakhan, cosa que tiene más peso cuando dicho sujeto es tu padre quien ahora es la cabeza más grande.

La palabra "Lástima o compasión" no existe en mi entorno al ser el heredero de la Bratva. Con 20 años ya tengo una promesa, un sello y un juramento siendo el underboss, el cachorro del león.

― Esta cultura norteamericana es bastante interesante comenta Salamaro a mi izquierda.

Reparo el atronador ambiente de la discoteca que está en medio de una
fiesta de disfraces. Salamaro viene de una familia de consejeros y el clan lo puso a medirme con el fin de saber si puedo o no ser como mi padre.

― Pensé que solo Sodom era tan liberal― se lleva el borde del vaso a los labios.

Las mesas cuentan con cortinas que las convierten en sectores privados. El alcohol se reparte como agua al igual que los preservativos.

Mi presa está en el área. Los amigos la sacaron de Phoenix como tanto requeria y ahora tengo ganas de dejar que mis hombres la torturen antes de llevarla a Rusia.

Uno de los Voyeviki (soldados de la bratva) Mueve la cabeza indicándome su sitio y mastico la goma de mascar observándola desde el balcón del pub. No le he visto la cara, pero está agitando los brazos con dinamismo como si estuviera en la mejor fiesta brillando con un vestido de lentejuelas.

― Su energia me llega hasta acá ― habla Salamaro―, y por un momento me olvido de lo que me estremece el pecho.

Salta, baila y canta dejando que le empinen la botella. Puedo enviar a mis hombres a que la apuñalen, pero la muerte es algo demasiado simple cuando de venganzas se trata. No voy a matarla, pero si a mal herirla en el nombre de mi tía.

― Esperen aqui dispongo bajando el pasamontañas negro que solo deja entrever mis ojos y boca.

Me acomodo el cabello y corro la manga de mi camisa escondiendo el haladie de doble filo que le atravesará el abdomen. La mayoría tienen las caras pintadas, cuernos, sombreros y ropa colorida. Camino despacio para no levantar sospechas cuidándome de que no me toquen, de que las mujeres no me unten su sudor de puta.

Varias detallan mi atractiva contextura, pero da igual cuando se es alguien como yo, cuando desde los 15 dejas de ser una persona normal, un ser con vida y solo vives para matar, para ser como tu padre.

Me voy acercando compartiendo el pensamiento del Boss y es que nos hubiese gustado raptar a la otra hermana, a la que estudia medicina. Emma es la que menos vale y tengo la creencia de que le estoy haciendo un favor a la familia.

Sigo caminando, la discoteca está en todo su furor. «Plebe»>, fracasados con vidas mediocres que no entienden ni saben el verdadero significado de la palabra poder, no saben lo que es dominar con miedo.

Quedo a pocos pasos. La puberta se mantiene de espaldas con traje de bailarina, muñeca o no sé qué traje basura carga, pero alguien me empuja atrás y de la nada estoy frente a ella que se volteó dejando su cara a centimetros de la mía. Su olor me hace retroceder, esa mezcla de loción frutal cala en mi olfato haciéndome apretar la mandibula.

BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora