CAPITULO 37 - "El DIARIO DEL CAZADOR."

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Emma.

Me gusta Moscú, al menos lo que he conocido hasta ahora que consiste
en la moda, el paisaje y el clima. De haber venido antes le hubiese pedido a la FEMF que me dejara trabajar en el comando ruso, ya que el país tiene muy buenas oportunidades con mi deporte. «Aunque papá no me hubiese
dejado, porque para él Londres es lo mejor».

Echo de menos al león y termino cerrando las ventanas pensando en que haré de cenar. Volvimos a Europa en la mañana y aunque no esté sola en casa es como si lo estuviera, ya que el ruso transformó la actitud desde que pisamos la ciudad y no ha salido de su despacho.

-El Boss quiere un café -indica uno de los voyevikis.

«Quiere un café». Me ignoró todo el día, almorcé sola y ahora quiere que
le sirvan. Alisto la cafetera estrellando las tapas y preparo una taza grande llevándosela al despacho. Su papel de jefe no se pierde nunca, ya que con o sin arma no deja de verse como un completo peligro.

Aparto las ideas contradictorias que me rondan en la cabeza acomodando las galletas de chocolate que hice cuando llegué. No se molesta en detallarme cuando dejo el pocillo con el plato sobre la mesa mientras finge que no soy nadie concentrado en sus cosas.

No agradece y salgo como si nada. Los voyeviki están afuera, sigo sin
saber qué carajos hacer para comer y me harta que la gente actúe como si fuera un fantasma. «De seguro Domi me tratará como una mierda mañana también». Cuando vuelva a Sodom seré tratada peor y...

Me echo en el sofá sujetándome la pierna como si me doliera mucho.

-¡Mafioso de mierda! -lo llamo haciendo mala cara y no tarda en
aparecer.

-Los cambios climáticos dañan mis articulaciones y me ha dado un
maldito calambre -me froto.

Se sienta en el sofá y aprovecho para besarlo cuando está a mi altura, «Creo que enloquecí». Quiero mimos y no que me traten como un mueble más. Me siento triste desde que llegué y quiero distraerme con otra
cosa.

-¿Por qué lo empeoras? -intenta apartarme e insisto arrodillandome en el sofá, tocándole el miembro por encima del pantalón- ¿Tan rápido echas de menos a tu captor?

Dejo que me alce llevándome a la alcoba y en el camino me saco la
playera manteniendo las piernas alrededor de él. Soy consciente de que me gusta, pero después de eso no sé qué es lo que me pasa, como tampoco entiendo la necesidad de estar en sus brazos sabiendo que debo cohibirme, que debo pararlo, sin embargo, el morbo es tanto que su ropa se va al suelo al igual que mi panty.

-¿Tienes miedo de lo que pasa aquí? -acaricia mi pecho y su pregunta me dan ganas de llorar- No lo diré, Ved'ma.

Su cuerpo queda sobre el mío antes de iniciar las estocadas voraces que
me vuelven agua la boca.

-No lo diré -vuelve a susurrar perdiéndome en las emociones que me provoca su acento ruso.

Él desnudo y yo solo con las medias bucaneras. A él le prende mi
inocencia, a mí me moja su poder, que sea más grande que yo y esas
caricias medianamente tiernas que son otra migaja, pero que yo atesoro por lo diferentes que son.

-Para esto no te duele -frota la mejilla contra la mía e ignoro mis
arrebatos disfrutando el momento y los agarrones bruscos cargados de
control.

Me mantiene la mandíbula sujeta y los brazos sobre el abdomen mientras mis piernas yacen abiertas y mi vista se concentra en la grandeza que choca contra mi sexo.

-Muy fuerte -manifiesto en busca de una caricia y me da más duro
para luego compensar con el beso que me derrite debajo de él.

La humedad me indica que no fui la única que terminó y, como siempre,
se hace a un lado metiéndose bajo las sábanas. Afuera está nevando y más que indiferente parece estresado.

BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora