CAPITULO 24 - "PLACERES CULPOSOS"

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Ilenko.

Mi fantasía siempre fue Sonya Lazareva, ella con veinte y yo con 16
atraído por el olor a sangre que cargan las mujeres de la mafia rusa.

La madre del Underboss había apuñalado por un mendrugo de pan e iba a los motines con la hermandad en busca de su propio dinero. Peleaba como un hombre ejecutando a diestra y siniestra sin necesidad de un escudero o de alguien que hiciera las cosas por ella.

La grandeza femenina es un atractivo interesante en el sexo opuesto.

Entierro el puñal en tanto la rusa da vueltas en mi cabeza mientras desprendo la piel de los que quisieron desafiarme. El hambre al cambio fue lo que me quitó a Sonya. No sabía que la extrañaba, pero de la nada ha surgido una intensa necesidad de verla, de tocarla y decirle todo lo que siento como así también lo mucho que la echo de menos.

Mis labios dibujan una sonrisa mientras despellejo asesinando a mi
modo, «Quien me la hace me las paga». Nadie se venga como me vengo, ya que el rencor camina con mi ser tomados de la mano, y mientras yo corto mi león se alimenta de las vísceras que le doy siendo observado por Emma James que tiene el hermoso talento de espiar todo lo que hago. «Matar,
follar» , pero siempre cree que no la noto.

La madrugada me envuelve y me seco el sudor con el antebrazo
alejándome de los cadáveres sin piel. La crueldad es necesaria en los
miembros de la hermandad, especialmente en el líder que debe ser un engendro, no porque le toque, sino porque le gusta, «Código del
Pakhan». Deslizo la playera por mi espalda yéndome a los tanques.

—Koldun —en ruso llamo al león que me sigue. El pelaje albino sobresale en la noche cuando lo alzo y lo baño mientras me lavo yo también
dejando que la manguera suministradora de agua nos moje a ambos llevándose la sangre. Abro la boca para beber el líquido que sale de la manguera y el animal se sacude cuando lo dejo en el suelo, ella sigue en las sombras y yo me sigo bañando sacando la verga del vaquero para limpiarla también.

La punta de mi miembro suele lastimar al ser tan tremendamente gruesa. Lo grande compone mi contextura; las manos, la estatura, la fuerza y lo atractivo. «Los hijos de perra solemos tener esa cualidad en común».

La belleza que ha de estar en el interior nos las dan en la apariencia, ya que las peores cosas de la humanidad vienen con un bonito disfraz y el mío se compone de músculos duramente esculpidos, con hombros anchos y piernas gruesas. Todo a la medida adecuada para que no sobrepase a lo ordinario dándome las dimensiones idóneas para atemorizar a los hombres y calentar a las mujeres.

Enjabono mi capullo, me gusta asearlo bien para que quien la chupe
quede con ganas de más y para que lo laman como si fuera lo más dulce, lo más delicioso.

Vuelvo a alzar la manguera enjuagandome antes de apagarla tirándola al suelo antes de irme a dormir, dejando que el león halle a la esclava que se mantiene en la penumbra creyendo que no sé lo que hace. La hermandad duerme y mi glamping me recibe al igual que mi sumisa quien espera desnuda adoptando una posición Nadu en el piso sentada sobre sus piernas
con las rodillas bastante separadas mientras mantiene las palmas de las
manos hacia arriba apoyadas en sus muslos.

—¿El amo quiere que lo complazca? —mantiene la mirada en el suelo—
Fue un día agitado para mi señor y es más de medianoche, así que no
irrespeta la memoria de su difunta esposa.

—No pedí tu compañía ramera... —mueve los hombros con la última
palabra.

—Pero esta sumisa necesita a su amo —increpa mientras voy a mi mesa
colocándome los guantes de cuero.

—Tengo a Sonya en la cabeza —confieso.

—Permita que esta sumisa elimine ese pensar...

—¿Qué te dice que quiero eliminar ese pensar —rápidamente tomo las
correas del 'razvetvitel' que mande a hacer el cual ajusto en la bota de mi
calzado— ¿La sumisa cree que tiene dominio en la mente del amo?

BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora