CAPITULO 41 - "INOCENCIA, PERVERSION Y MAFIAS."

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Emma.

Las personas vestidas de negros se pasean a través de la colina donde preparan al Underbos, podria decir que Salamaro me trajo por gratitud a él.
Detallo el pendrive que tengo en la mano y la perla que me dio en algún momento.

—Hubiesen podido matar a Kira por eso —comenta el moreno.

—Pero no lo hicieron —contesto— y ya no lo harán.

Observa conmigo cómo organizan todo. Cuando grabé el video supuse que a cualquiera de afuera que se lo enviara corría peligro, ya que ellos iban a buscar en los teléfonos de todos mis allegados, pero entre ellos mismos no y me jugué todo con Kira que habíamos cruzado un par de palabras, sin embargo, era una de las pocas personas que me trataba bien y no me equivoqué.

En la mafia hay pocas personas buenas, pero las hay. Kira guardó el video hasta que visité su casa y le doy las gracias por ayudarme con una de las tantas cosas que me ha ayudado a sobrevivir.

Los Romanov están tan distraídos con su dolor lleno de rencor y no soy más que una sombra para ellos. Aprovecho que varios se acercan a despedirse para hacerlo yo también.

No siento que murió, siento que descansó porque cuando dormía no tenía la cara que tiene ahora, la cual denota tranquilidad. De mi cabeza nunca se borrará ver como un padre tuvo que matar a su propio hijo.

—Buen viaje, Vlad —dejo la perla y el pendrive en su mano tapandolo con el haladie y alejándome cuando llega el Boss.

No ha dicho nada. Se ha dejado ver poco manteniendo la figura seria y dominante que lo convierte en un ser intimidante que ahora lo es más.

Todos se preparan y él se toma un par de segundos antes de encender la antorcha que se acerca al cuerpo de su hijo, lo repara y alza la vista en mi dirección antes de que la nube naranja incinere el cuerpo del Underboss.

Con Vladimir entendí tarde que no toda herida sana, porque hay unas que se infectan, crecen, se desarrollan y traen parásitos a tu alma. El "Superalo" tiene excepciones, ya que hay cosas que por más que se quieran borrar no se van.

Domi deja la mano enguantada sobre mi hombro masajeándolo suavemente mientras su cuerpo se quema y la emperatriz es otra de las personas que me alegra haber conocido, ya que para bien o para mal sus gritos han sabido despertarme.

—¿Practicaste?— interroga y me hace gracia que me haga esa pregunta en estos momentos.

—Si.

Lo hice en los pocos momentos que Vladimir me dejaba en la fortaleza
después de lo de la quemadura. Aprovechaba cada minuto porque sabía que Domi me iba a hacer esta pregunta. Las llamas cesan, el Boss se va y Domi se queda conmigo un par de minutos mirando a la nada.

—Ven —toma de mi mano uniéndose a Salamaro.

El ruso está en lo más alto de la pendiente y ellos se alejan cuando se
voltea. Ahora más que poder y dominio destila rabia, ira, que lo hace ver más peligroso de lo que ya es.

Se acerca dejando que nuestras miradas se anclen mientras vuelvo a
sentirme como me siento cada que está cerca y es como un borrego ante un depredador. Denota tantas cosas que temo a que ahora sí vaya a matarme, pero sus manos viajan a mi cuello y mi cerebro no quiere ilusionarse con lo hace cuando suelta la correa.

—Vuela alto, muy alto, Emma James —me dice —. Con la boca cerrada,
con los secretos dentro recordando una sola cosa y es lo cruel y rencoroso que es Ilenko Romanov.

Las emociones me abarcan de inmediato al verme sin esa cosa en el
cuello y mis ojos viajan al sin número de helicópteros que se toman el cielo, «Soy libre». Domi me toma de los hombros a la vez que varios hombres avasallan el sitio.

BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora