CAPITULO 40 - "LAMPíRIDOS."

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Emma.

La sensación aterciopelada de la alfombra acaricia mi espalda, estoy
dormida sobre alguien y los gritos intensos de afuera mueven mis
párpados. «Huele a loción masculina», tengo la camisa del Boss encima y mi cabeza yace sobre su brazo.

Me aparto rápido cuando se despierta, no tenemos ese tipo de confianza para dormir así. El ruido de afuera al parecer es Vladimir discutiendo con su consejero y por ello empiezo a vestirme antes de que empiece a buscarme.

-¿Cuál es el afán? -pregunta él abotonándose la camisa mientras me
meto en el vaquero.

-No es afán, es que no quiero problemas.

Me acorrala contra el estante de libros dejando el brazo apoyado en la madera.

-Voy a decir esto una sola vez y espero que no se te olvide nunca -empieza-. No le perteneces a él, ni al mundo, ni a tus padres. Ni siquiera a ti misma.

Su voz me va erizando la piel.

-Me perteneces a mí y a nadie más que a mí. Por eso tus problemas solo
son conmigo -advierte-. Soy tu dueño, tu amo y tu captor -me besa la punta de la nariz-. Tú eres mi pequeña Ved'ma, mi esclava y mi víctima ahora y para siempre ¿Está claro?

Muevo la cabeza en señal de asentimiento, el realismo de esa situación me aterra. No es que me resigne o lo acepte, es que simplemente siento que no hay más alternativa por más que me rehúse.

Pasea la mano por mi tórax palpando el corazón que se me acelera.

-Nunca nadie te pondrá así, solo yo y puedo jurartelo -asegura antes
de mirar el pasillo indicandome que me vaya.

Como era de esperarse, el Underboss está alterado, insultando, vomitando
y paseándose por todos lados. Salamaro se da por vencido en tanto él se encierra en el baño mientras espero en la cama pensando que debo practicar, ya que pronto es el evento oficial de patinaje siendo el último del año.

Vlad tarda volviendo lleno de sudor.

-¿Dónde estabas? -me pregunta .

-En la chimenea de abajo -contesto y se deja caer en la silla frente a su escritorio.

Debo dormir con un ojo abierto y otro cerrado, ya que a cada nada está
vomitando. No sé quiere levantarse de la cama al día siguiente. Me baño
tomando la píldora anticonceptiva y su tía Aleska le sube el desayuno
fingiendo que no existo.

-Anda, al menos come la avena -le insisto cuando no quiere comer,
pero no me hace caso y Cédric me informa que con el suero bastará.

Pasan los días, las pesadillas no lo dejan descansar, se inquieta con nada, todo le molesta y encima no se le quita la jaqueca. Tampoco me deja salir de su alcoba, discute conmigo todo el tiempo y si el Underboss está alterado su padre lo está el doble recibiendo gente que entra y sale de la fortaleza.

La mayoría son hombres altos, trajeados, tatuados e imponentes de
cabello largo con sumisas. Mueve, traen y empacan armas mientras los
prisioneros se encargan de fortalecer los alrededores de la casa.

No tengo noticias de mi hermana ni de mi familia. El Underboss se anima
a salir de la cama en la tarde y salimos a dar una vuelta que él toma con la capota de la sudadera levantada.

Me pongo a juntar nieve, ya que no hay más que hacer mientras él no
pierde de vista a las camionetas que se estacionan. Un hombre pelirrojo
saluda a Vladimir desde lejos con un santo y señala a lo que él le corresponde.

-¿Quiénes son esos? -pregunto.

-vory v zakone -responde-. Los mejores de nuestra organización.

De todos los que llegan se queda uno, el pelirrojo que saludó a Vladimir y
por lo que oigo responde al nombre de "Yura". Tiene más de nueve
ciudades rusas a su cargo, las cuales le rinden cuentas al Boss.

BossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora