체리 12: Bajo la lluvia 체리

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La lluvia caía con fuerza en el exterior, no tenía pinta de que fuera a parar pronto, incluso se llegaron a escuchar truenos. El aire era frío, pero el crepitar de la leña al arder tranquilizaban el interior de la casa.

Jeonghan había sacado unas sabanas gruesas con las que taparse por el frío y se habían sentado frente al fuego.

Después de compartir ese beso no habían hecho mucho más, ni siquiera lo habían hablando, ya que preferían pensar en ello más tarde. Aún trataban de asimilar todo lo que se les estaba viniendo encima, de nuevo.

Jeonghan estaba tranquilo por fuera, pero en su interior, era un lío de pensamientos y contradicciones. Sabía que aquello terminaría mal, que si se volvía a enamorar de Joshua podrían terminar pillándolos y algo malo pasaría, pero después de todo lo que le había pasado, ese era su menor problema.

Quería poder tener una vida junto a la persona que amaba, que fuera una vida tranquila, sin preocupaciones y lágrimas. Aun así, sabiendo lo que quería y lo que posiblemente pasaría, aquello no estaba en sus manos, ya que Joshua tenía parte de decisión.

No sabía si el contrario estaría dispuesto a sacrificar cosas por él, hacerse a la idea de las consecuencias o los daños. Él estaba dispuesto a dejarlo todo, porque ya lo había hecho una vez.

- Estás muy callado.- comento Joshua tras más de diez minutos de silencio. Temía que el mayor se arrepintiera y lo echara de casa.- ¿En qué... piensas?- se atrevió a preguntar.

La mirada de Jeonghan se posó sobre él unos segundos antes de que bajara a sus manos. Estaba nervioso, igual que él.

- Consecuencias, en eso pienso.- admitió, el corazón de Joshua se paró por un momento.- Pero... la verdad es que me dan igual. No sé en que pienses tú, pero yo, en que ojalá que esta tormenta durara toda la vida para...- y se calló.

A pesar de haber dejado la frase a medias, Joshua sabía lo que habría dicho a continuación. Estaban diciendo muchas cosas en muy poco tiempo y necesitaban pensar.

- Creo que sería mejor que..- comenzó.- ..nos preocupáramos de las cosas importantes más tarde y simplemente... seamos.

Jeonghan soltó una risa sin mirarlo y asintió con la cabeza.- No has cambiado.

Jeonghan se deshizo de su manta y la tiro al suelo, y sin que el contrario previera sus movimientos, se aproximó a Joshua y se metió dentro de la suya, abrazándolo y quedando ambos estirados en el suelo de la sala, muy juntos.

La cara de Jeonghan estaba en su cuello, era un lugar que el mayor amaba porque decía que olía muy bien. Aquella manía no había desaparecido.

- Tú sí que has cambiado.- comento Joshua tras corresponder el gesto y apoyar su barbilla en la cabeza contraria.

Jeonghan no se movió.- ¿Eso es malo?

- No lo es.- negó, divertido.- Sigues siendo tú, pero... pareces diferente al mismo tiempo. Me gusta.

Jeonghan se quedó callado, pero sonreía a pesar de que el contrario no podía verlo. En ese momento se sentía muy bien, su malestar de aquellos últimos años había desaparecido con tan solo abrazar el cuerpo de Joshua.

Aún no entendía como había hecho la locura de escapar sin decir nada, pero supuso que era necesario para evolucionar y que se diera cuenta de lo que realmente quería.

- Tu también me gustas.- dijo fuera de contexto, provocando que Joshua soltara una pequeña risa y le acariciara el pelo.

- Siento que estamos yendo muy rápido, pero realmente no quiero preocuparme.

- Tenemos que recuperar estos últimos siete años.- explico Jeonghan con una voz quebradiza por la inseguridad. Cerró sus ojos y se acurrucó más. A pesar de ser el mayor, le gustaba sentirse protegido por Joshua.

- No te culpes.- pidió el otro, suspirando.- Hiciste lo mejor para ti, Hannie.

- Pero te hice daño...

- La distancia que pusiste nos hizo parar a pensar.- respondió seguro.- Lo necesitábamos. Y ahora, sé que estamos mucho mejor en Hahoe que en la capital.

Jeonghan sonrió.- Mis dos cosas favoritas.

- ¿Que cosas?- pregunto con curiosidad.

- Tú, y el campo de cerezas.- admitió.

Joshua rio un poco, pero aquellas palabras hicieron que Jeonghan pensara. Se despegó del cuerpo de Joshua con sus ojos abiertos como dos platos. Luego se incorporó del suelo y comenzó a ponerse los zapatos, notablemente apresurado.

- ¿Qué ocurre?- pregunto Joshua, abrumado.

- ¡Las cerezas!

Jeonghan salió de la casa aun con Joshua en el suelo. A pesar de estar mojándose no le importo, corrió bajo la lluvia hacia la parte del campo donde guardaba las cestas que había recogido hacía no mucho y las cargo.

Si las dejaba fuera, se pondrían malas. Las tuvo que trasladar hacia la caseta que tenía a unos diez metros de la casa. No tardo demasiado, ya que no eran muchas cestas, pero había terminado chorreando.

Al terminar, corrió hacia la casa de nuevo.

Pero no pudo llegar a la casa, cayó al suelo antes de siquiera poder pensar en nada. Pensó que había resbalado por culpa de la lluvia, pero al levantar la mirada del suelo, se encontró con una espada dirigida directamente a su cuello.

El hombre frente a la tenia un traje rojo idéntico al del otro hombre que vio la noche anterior. La mitad de su cara estaba tapada por un pañuelo muy bien atado y su cabello recogido en un moño.

Joshua se asomó a la ventana tras levantarse del suelo y en vez de ver a Jeonghan volver a la casa, lo vio en el suelo y con un hombre prácticamente sobre él.

Busco su espada con la mirada, para cuando la tomo y decidió ir hacia afuera, pudo ver como Jeonghan agarraba con su mano la parte de la espada que no cortaba y la retorció de tal manera que salió disparada del alcance del hombre.

Este pareció sorprendido por el movimiento, quedándose en shock mientras el rubio, todo empapado por la lluvia, se levantaba y le daba un puñetazo en su mandíbula.

El hombre de rojo se sorprendió, pero respondió con otro puñetazo antes de que Jeonghan le diera una patada en la cabeza hasta derribarlo al suelo.





















체리

Cerezas // JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora