체리 4: Lluvia roja 체리

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Se despertó, como cada mañana, con los rayos de sol cegándole la vista. Se quedó algunos minutos metido en las sabanas, tratando de poner sus ideas en orden antes de levantarse y quedarse sentado mirando a la nada.

Su cabello blanco estaba despeinado y le caía por todos lados. Lo tenía más o menos por los hombros, puede que algo más largo. Hacía un año que le había dado aquel brote y se lo corto todo de golpe, pero se lo había vuelvo a dejar largo.

A pesar de la cantidad de miradas y criticas que había recibido, de las acusaciones falsas y el miedo, él amaba su pelo blanco. No sabía de donde venía o si era malo, pero le hacía diferente y eso le gustaba.

Se levantó de las sabanas y se puso el hanbok, uno de color azul claro. Se recogió todo el cabello en una coleta alta y mal echa, lo justo para poder ver.

Salió de su pequeña casa con un vaso de leche en el cuerpo y agarro una de las cestas que tenía amontonadas a un lado de la entrada. Se acercaba el calor, por lo tanto, tenía que comenzar a recoger las cerezas.

Además, de venir la temporada de lluvia.

Ese simple dato le hizo parar su trabajo y observo el cielo. Estaba algo gris, pero no de manera exagerada. Esperaba que ese día no lloviera porque debía bajar de nuevo al pueblo.

Se pasó toda la mañana recogiendo fruta y lleno cinco cestas hasta arriba. Cuando sus manos comenzaron a tener temblores, se sentó a descansar bajo la sombra de uno de los árboles más grandes.

Cerca del medio día y cuando ya había terminado, agarro una de las cestas y se la cargo bajo el brazo, camino al pueblo.

Debía hacer recados, pero aun así estaba de buen humor, y cargaba con una sonrisa en su rostro.

A medida que caminaba por las calles saludaba a aquellas personas que iba reconociendo, a veces parándose a cruzar un par de palabras, pero sin estarse mucho tiempo.

Primero fue a la tienda de zapatos de Soonyoung, no compro nada, pero estuvieron hablando un rato y riendo. Más tarde fue a ver a la señora Kwon y le entrego una cesta de cerezas solo para ella.

Más tarde fue a comprar arroz y pidió que se lo llevaran hasta su casa, ya que el no podía cargar con dos sacos de cinco kilos.

Y sin darse cuenta, ya se había hecho de noche.

- No es de noche...- se dijo a sí mismo, observando el cielo. Una gota le cayó en la frente y se maldijo.- Mierda, tendré que darme prisa..

Camino por las calles de tierra lo más rápido que podía, pero la lluvia termino por alcanzarlo y en menos de dos calles, ya estaba mojado de pies a cabeza. Bueno, ahora ya no le importaba tardar un poco más en llegar a casa, de todos modos ya estaba mojado.

Iba pensando en sus cosas, en el posible resfriado que agarraría o en la cantidad de horas que se tendría que pasar lavando el hanbok. Odiaba hacer la colada, se le daba falta.

Hizo esquina en una de las últimas calles, pero se tuvo que detener ante la escena que se estaba dando frente a sus ojos.

La calle estaba desierta de no ser por dos personas, un hombre y una mujer. La mujer estaba tirada en el suelo, tenía un corte sangrante en su frente y el hombre, que posiblemente fuera su marido, le estaba dando golpes y patadas en el costado de su cuerpo.

Reconoció los sollozos de la señora Min de inmediato y se horrorizó. Un hombre no podía tratar a su mujer de aquella manera, era antinatural y horrible.

Frunció su ceño y apretando los puños, se dirigió corriendo hacia escena. No pensó en posibles consecuencias, solo en que debía ayudar a aquella señora.

Antes de que el hombre diera otra patada, el apoyo sus manos en su pecho y le dio un fuerte empujo que le provoco tambalearse algunos pasos hacia atrás. El hombre le miro y entonces hizo una mueca de enojo.

- Tú, imbécil...- pronuncio, notablemente ebrio.

Eso no le importo. El marido de la señora Min se abalanzó sobre él y tuvo que agarrarle de las muñecas para inmovilizarlo. Pero no sirvió de mucho, ya que el hombre se soltó y le dio un puñetazo en su pómulo derecho.

Jeonghan, bastante enfadado en ese momento, apretó con fuerza su puño y le devolvió el golpe sin miedo. El hombre se echó hacia atrás, incapaz de mantenerse de pie. Posiblemente, ni recordara su nombre.

Cayó sentado al suelo, pero tenía ganas de volverse a levantar para seguir con la pelea, más una espada en su cuello no se lo permitió.

/////

Habían dejado de transcribir papiros para hacer rondas por las calles, todo por culpa de la lluvia. En esos momentos, Joshua se encontraba empapado de pies a cabeza, por lo que hacía su turno con resignación.

No había nadie en las calles, aquello era aburrido y hacia frío. Pensó en volver al departamento y arroparse con una de las viejas sabanas del almacén.

Pero instintivamente llevo su mano a su espada cuando vio a dos hombres pelear en la calle y a una mujer en el piso. Era evidente lo que había ocurrido, por lo que con prisa se acercó a la escena para tratar de detenerla.

No pudo procesar las cosas muy bien, únicamente vio a un joven de cabello blanco ser golpeado y que este devolvió el golpe. La mujer seguía llorando en el suelo, pero él solo se centró en el hombre que quería volver al ataque.

Saco su espada de la funda y la coloco en el cuello del señor, quien clavo su mirada en él y comprendió que todo lo que estaba haciendo sería castigado.

- No se mueva.- advirtió.

Por el rabillo del ojo pudo ver a personas correr hacia él, seguramente serían Seokmin y el resto, alguien habría dado el aviso de lo que estaba pasado.

Por otro lado, el joven se había agachado junto a la mujer para ayudarla y su curiosidad pudo con él, asi que desvío la mirada hacia las dos personas en el suelo y sus ojos no pudieron abrirse más porque era físicamente imposible.

Aquello debía de ser una broma, o puede que un sueño, pero era casi imposible. No se había parado a pensar en que la única persona que poseía el cabello blanco en ese país era...

- Yoon Jeonghan..- pronuncio como un susurro, más el contrario le escucho.

Jeonghan levanto la vista al hombre que le había ayudado. Tenía agarrada por los hombros a la señora Min cuando su mirada se cruzó con la de una persona que juro que nunca más vería.

Las palabras salieron de su garganta con dificultad, como si hiciera años que no hablaba.- S-Shua...

- ¡Hong!- grito Seokmin, llegando junto a ellos igual de mojado.- ¿Qué ha ocurrido? ¿Señora Min ¿Joven Yoon?

- Este hombre estaba agrediendo a esta gente.- explico Joshua, con un nudo en el cuello pero con la espada aún en el cuello contrario.

- Agarradlo.- ordeno Seungkwan a Wonwoo y Seokmin.- Al departamento. Ahora.




















체리

Cerezas // JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora