22 | Primeras sospechas
Ayla
Hice una mueca al sentir una fuerte luz sobre mis párpados, esto hizo que abriera mis ojos poco a poco.
Giré mi rostro al sentir un peso sobre mi abdomen que me impedía levantarme de aquella cama. Entonces vi a una Maia dormida y con signos de haber llorado durante toda la noche. Su brazo rodeaba mi cintura con fuerza, como si no quisiera que la dejara sola en ningún momento.
Le dediqué una sonrisa triste tratando de apartar su agarre con suavidad para cerrar la cortina de la habitación.
ꟷEse imbécil pagará por lo que te hizo. ꟷsusurré aunque no me escuchara.
Planté un beso con cariño en su frente y por fin abandoné el colchón.
El día anterior tras verla en un estado que hacía que mi pecho doliera, decidí quedarme con ella durante toda la noche. No solo lo hice porque estaba preocupada, sino también porque cuando Toby murió no dudó en quedarse conmigo intentando animarme, así que yo no haría menos.
No pensaba dejarla sola, ella me necesitaba.
Mientras me encargaba de no dejar que los rayos de sol entraran interrumpiendo su sueño, un sonido irritante y agudo no paraba de sonar insistentemente. Me acerqué a la pequeña mesa junto a la cama y me percaté que provenía del teléfono de Maia.
La pantalla de bloqueo se iluminó y múltiples notificaciones llegaban a la vez. Todas eran mensajes que preguntaban si aquel rumor publicado por el Ojo Dorado era cierto, sin embargo había otros más crueles que simplemente se burlaban.
Agarré el dispositivo para silenciarlo y que mi amiga no tuviera que ver esos comentarios.
ꟷDeberían meterse en sus propios asuntos. ꟷmurmuré molesta tras dejar el objeto de nuevo.
Escuché un pequeño sollozo proveniente de la castaña, aunque no parecía estar despierta. Seguramente debía tener una pesadilla porque murmuraba palabras inaudibles para mí mientras aprisionaba la sábana con fuerza entre sus dedos.
Me aproximé para arroparla mejor ya que a estas horas de la mañana aun hacía frío, era notoria la proximidad del invierno.
ꟷMamá...
Esta vez sí escuché su susurro al estar más cerca. Sabía que había estado preocupada desde ayer por lo que pensarían sus padres cuando se enteraran de la noticia.
Afortunadamente las notificaciones del Ojo Dorado solo llegan a alumnos de la Preparatoria San Diego, sin embargo había escuchado que algunos profesores también las recibían. Aunque aquello jugara a su favor, al final la noticia no tardaría en extenderse hasta llegar a sus progenitores.
Antes tenía su propio periodo de tiempo para enfrentarse a ellos y contarles lo que sentía, pero gracias al maldito Ojo Dorado estaba obligada a hacerlo ya, sin que fuese su propia decisión.
Al menos en este caso podía ser ella misma la que les confesara la verdad porque con el resto no tuvo opción ni privacidad, aquella publicación era totalmente pública.
Solté un suspiro tratando de expulsar el oxígeno acompañado de todas mis preocupaciones y problemas que últimamente me rodeaban a mí y a las personas a mi alrededor.
Decidí inspeccionar un poco la habitación para distraerme, ya que el día anterior no tuve tiempo al estar toda mi atención centrada en mi amiga. Hacía mucho que no venía a esta casa, desde que mamá murió y corté mi relación con mis amigas, pero aun así seguía teniendo esa aura que me recordaba tanto a Maia.
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Bajo la luna
Teen Fiction« El sol y la luna comparten el extenso cielo pero están destinados a nunca encontrarse, ¿o no? » Para Ayla Miller, su vida ya no tiene sentido tras el fallecimiento de su madre. Se ha encerrado en su pequeña burbuja para no sentir más dolor, lo que...