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Wednesday

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Wednesday

Me removí inquieta en la cama,
faltando cada vez menos para el
nacimiento de mis cachorros, me
era muy difícil conciliar el sueño.

El aroma de Enid había cambiado
radicalmente, ella últimamente
parecía haber sido absorbida por el
aroma de nuestros cachorros en su totalidad.

Aquel tornándose ahora dulce
y embriagante, similar al de los
cachorros al ser lactantes, siendo
su esencia la leche materna
parecía abarcar cada rincón de la
habitación.

Sólo un mes...

Estábamos prácticamente a un mes
de tener a nuestros cachorros en
nuestros brazos, y Enid aún no me
daba a conocer el nombre que tenía
para nuestra manchita número uno.

La sentí aferrarse a mi cuerpo,
removiéndome incómoda al sentir
lo frío y húmedo que parecía estar
su pecho.

Encendí la luz de la mesita
de noche, observándola
detenidamente.

Ella estaba sudando demasiado, o al
menos eso creí al mover el cobertor
y notar mi camiseta, la cual ella
usaba para dormir, completamente
mojada en la parte más alta de su
torso.

No estaba segura sobre si sudar así
fuese normal, mi camiseta antes
gris, se veía mucho más oscura de
lo habitual y prácticamente podía
estrujarla entre mis manos.

Nuevamente el aroma a cachorros
de Enid me golpeó como una
bofetada, al acercar mi rostro hasta
su camiseta.

Aún dormida y gracias a su pesado
sueño conseguí quitarla, a pesar
de llevar a nuestros cachorros, ella
seguía siendo tan liviana como si
estuviese rellena de plumas.

Acerqué la húmeda camiseta a mi
rostro, sintiendo su aroma, el cual
parecía haberse intensificado.

La familiaridad de este me llevó
a inclinarme sobre su cuerpo,
olfateando igualmente sus pechos.

El aroma estaba impregnado en su
cuerpo, y parecía proveniente de
todas partes.

Una idea un tanto extraña
cruzó por mi mente, miré con
desconfianza uno de sus senos,
más específicamente los pezones,
antes de subir mi mirada hasta su
rostro, asegurándome que estuviese
completamente dormida.

Con uno de mis dedos piqué uno
de estos, viéndola retorcerse en su
lugar

Sabía muy poco sobre el tema, pero ya en este punto estaba
completamente segura de que eso
no podía ser sudor.

Sentándome en posición de indio,
me quedé a su lado, observando
detenidamente sus pechos,
esperando comprobar mi teoría.

Llevé una de mis manos hasta su
abultado vientre, viendo a uno de
mis bebés moverse allí.

Sigma Σ (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora