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Enid

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Enid

El dolor parecía ir en aumento a
medida que pasaban las horas,
sabía que el efecto de la anestesia se
iría en algún momento, pero jamás
creí que fuese tan horrible luego de
ello.

Mi alfa permanecía paseando a Endy por la habitación, ya que nuestra pequeña a diferencia de su
hermano, se negaba a dormir.

Estaba necesitando que lo hiciera,
sus chillidos agudos sumados al
dolor muy presente en mi cuerpo,
hacían que quisiera darme de
cabezazos contra el muro.

Wednesday parecía tener toda la
paciencia que yo no, tarareando
algo mientras continuaba
arrullando a nuestra pequeña
inquieta.

-Wednesday-escuché llamarle al
doctor Larson-, acaban de transferir a la nueva compañera de habitación de Enid, tal vez necesitará algo de privacidad.

-Entiendo-asintió-, Enid no está teniendo un buen momento con esto.-comentó, llamando mi
atención.

Por momentos no conseguía
recordar que un lazo nos unía,
pero comprendía muy bien que ella
pudiese sentir lo débil, dolorida y
asustada que me sentía.

-Ella necesita descansar, y nuestra
cachorra está demasiado inquieta
-señaló-. ¿Estaría bien si llevo a
Endy conmigo hasta el pasillo para
intentar hacerla dormir?

-Si Enid no tiene problemas con
eso, puedes hacerlo.-se encogió de
hombros.

-Si ella está extrañándome debes
traerla de inmediato.-comenté a
Wednesday.

No es que desconfiara de sus
cuidados, pero la conozco lo
suficiente como para saber que
aunque Endy quisiera venir conmigo, ella intentaría buscar la manera de no incomodarme solucionando esto por su cuenta, y nuestra cachorra no podría mantenerse por demasiado tiempo alejada sin buscar mi aroma.

Wednesday dejó un último beso
sobre mis labios, antes de salir de
la habitación cargando a nuestra
pequeña entre sus brazos.

Mi compañera de habitación
no tardó en llegar, ella parecía
estar llevándolo tan mal como
yo, además de lucir demasiado
desorientada.

Ella me observó desviando la mirada rápidamente, probablemente intentando no encontrar problemas al ver de más.

-Buen día.-el tono bajo y sumiso
en su voz, sumado a su actitud insegura y atemorizada, me hizo
saber que para ella, era yo una
estirada justo como la mayoría de
los demás pacientes recelosos con
los que no quería pasar un solo
minuto de mi tiempo.

-Buen día.-respondí notando que
una enfermera traía una pequeña
cuna, seguida de la camilla de mi
compañera.

Aún bastante dolorida estiré mi
cuello lo más que pude, intentando
ver a su pequeño cachorro a través
de la cuna transparente.

Sigma Σ (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora