Jin estaba dormido una vez más.
Yo estaba mirándolo fijamente y preguntándome un sin número de cosas que terminaban creando más y más variantes.
Mi mente es una completa mierda, supongo que los juegos psicológicos de mi madre calan cada vez más hondo en mi mente sin importar qué tan adulto sea.
Pura mierda en pensamientos. Nada nuevo. Solo hueco por dentro, pero mientras sea funcional estaré bien. Tan bien como lo he estado todos estos años.
Pero, ese no es el dilema mental de hoy.
El dilema es:
Jin aceptó mi trato y muy por el contrario de lo que creía... Él no había querido hacerlo conmigo esa noche, ni la siguiente.
Su comportamiento era extraño. Tan extraño como el mío en algunos puntos y eso era lo que me mantenía sinceramente desconcertado.
-Jin, por favor despierta.
- ¿Qué necesitas?
-Sexo.
Jin se volteó en la cama para quedar mirando al techo y luego mirarme a mí sonriendo.
- ¿Y ahora qué mosca te picó?
-Acércate, Oriol. - Jin se sentó en la cama y palmeo su regazo dejando en claro que me quería ahí. - Harás las cosas cuando te lo pida ¿Entiendes? Si no te digo que te muevas, no lo haces. Si no te doy permiso de tocarme o tomar el control, no lo harás. Harás lo que yo diga cuando yo te lo diga. ¿Entendido?
-Sí. - Gimoteo verdaderamente necesitado de su tacto. Había deseado durante mucho tiempo estar sexualmente en la misma página que él
El hecho de que Jin me hable de ese modo de alguna manera me calienta mucho.
Cuando ya estuve sentado en su regazo con las piernas a cada lado de su cintura, Jin levantó su mano y acarició mi mejilla con lentitud mientras sus ojos se tornaban negros como un maldito abismo del cual jamás serás capaz de ver el fondo.
Justo ahora su rostro me parece incluso más varonil al estar tan serio y concentrado.
Jin ni siquiera estaba haciendo algo y ya la temperatura de la habitación se sentía subir, mientras la tensión sexual se cernía con fuerza sobre mi anatomía susceptible al sexo y las ansias de que Jin hiciera conmigo lo que quisiera.
Los labios de Jin en la comisura de los míos me trajeron de vuelta de entre mis ensoñaciones y el camino de sus besos que continuaba hacia mis mejillas, mi nariz y frente, no me parecía asquerosamente tierno, sino caliente.
Y un gemido verdadero abandonó mis labios cuando mi erección se presionó contra su abdomen y Jin sonrió de lado viéndose tan sensual que tuve que morderme los labios para no soltar el gemido más necesitado que quería salir de entre ellos.
Su mano recorrió desde mis hombros hasta bajar a mis nalgas con lentitud y darles un delicioso apretón que me provocó sisear a ojos cerrados.
Demonios, ¿Qué me pasa? Me siento demasiado sensible con su condenado juego.
La otra mano de Jin se introdujo debajo de mi polo, palpó mi abdomen y subió a su paso el polo. Besó mi cuello y succionó la piel sensible que me provocaba delirios placenteros.
Jin se divirtió cuanto quiso y descendió sus labios ávidos y húmedos sobre mis clavículas para terminar lamiendo largo y tendido mi tetilla izquierda.
Mi piel se erizó y quise mover mis caderas en busca de más contacto, pero Jin presionó la mano en mi cintura en advertencia, sin embargo, esa advertencia pasó desapercibida cuando chupó mi tetilla con fuerza y luego suavizó la succión para mordisquearme.