Capítulo 16

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Ni contigo ni sin ti

Anahí llegó a la mesa donde la esperaba Nico, ya con dos copas de vino preparadas, y tomó asiento a su lado.

—Mi Anahí, por fin solos. Lejos de ese soldado impertinente y malhumorado. ¿Cómo tu padre ha podido hacerte esto?

—No quiero hablar de él, ni de mi padre ya puestos —le cogió la mano, un simple gesto entre amigos que no encerraba nada más—. Vamos, Nico, hace mucho que no nos vemos. Cuéntame cómo te va.

Anahí tan solo quería distraerse, alejar la sensación de vacío que sentía en el pecho. Luego, a solas ya se lamería las heridas y asumiría el daño que habían sufrido sus sentimientos.

—Mi bella Anahí, tengo una sorpresa per te...

—¡Uy! miedo me das... —intentó bromear.

—No, no, miedo no. Anticipación, morbo, erotismo... eso sí me gustaría —dijo Nico, levantando las cejas insinuante.

—Siempre pensando en lo mismo. No vas a cambiar nunca —se rió Anahí.

—Sabes que io no te dejé, fuiste tú. Sigo sintiendo lo mismo per te —Nico se llevó su mano a los labios y depositó un húmedo y caliente beso sobre sus nudillos. No era la primera vez que lo hacía, pero sí la primera en que ese contacto tan íntimo con él la hacía sentir incómoda. Retiró con cuidado la mano y disimuló cogiendo la copa de vino.

—Y pensando lo mismo, Nico. No he querido nunca, ni quiero, una relación abierta. No te negaré que lo que tuvimos no estuvo mal, en su momento—matizó— Pero nada comparado a la exclusividad y eso contigo, Caro Mío, no es posible.

—Hacíamos buena pareja, Anahí.

—En realidad nunca fuimos pareja, no al menos por tu parte. Lo nuestro ya pasó, para ello hubo un tiempo y un lugar. No quiero volver una y otra vez a lo mismo. Recordemos el pasado, vivamos el presente y construyamos un futuro, pero como amigos.

—Il sexo es il sexo amore, nunca te engañé. Pero si tan solo te lo pensaras un poquito, entenderías que nuestra relación sería solo nuestra.

—Llegas tarde, Nico —él no sabía todavía cuánto— Eres un buen amigo y quiero que siga siendo así. No insistas.

—Cuando contestas así de seria y contundente, io penso que nunca estuviste enamorada de mí —intentó manipularla para llevarla a su terreno, pero Anahí tenía las cosas demasiado claras.

—Es posible —dijo pensativa, recordando que lo que sentía por Alfonso no se parecía ni por asomo, a lo que una vez sintió por Nico—. Bueno, ¿y la sorpresa?

—¡É certo! No he venido de visita. No al menos solo por piacere. Prepárate que ahí va: he montado un bufete de abogados en Madrid y quiero que vengas a trabajar con me.

—¿Eso es verdad? ¡Es fantástico, Nico! —sonrió y se alegró sinceramente por él. Sabía el tiempo que estaba esperando esta oportunidad, que su padre le diera alas y ser el jefe de su propio bufete.

—Sí, amore. Mi padre tiene algunos amigos que han decidido poner empresas qui, en España, y he pensado montarme una oficina en Madrid. Ma io quiero que nos dediquemos también a temas sociales, ecología... No te pagaría poco y estarías haciendo lo que te gusta. ¿Qué me dices?

—No sé, Nico. No lo veo claro. Tus clientes no precisan servicios sociales, son gente con mucho dinero. No le encuentro el sentido... Sabes que mi intención es dedicarme a las personas que lo necesiten de verdad, no es solo una pose.

—Espero que no solo tengamos ese tipo de clientes y podamos atender a un abanico más amplio.

—Dudo mucho que «tus clientes» acepten estar en el mismo bufete que las personas a las que yo quiero ayudar.

El Teniente y La chica "Hippy"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora