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Midoriya rueda por todo el sofá recordando lo sucedido horas atrás.

Cierra los ojos. Se le ruborizan las mejillas. Se masajea el cabello tal y como él lo hizo. Se roza los labios saboreando aún el embriagador sabor de Bakugou. Vuelve a rodar. A protestar. Y todo eso bajo la atenta mirada de los dueños de dicho sofá.

-¿Qué le ocurre? Lleva así un buen rato.

-¿Habrá tenido algún problema en su primer día?

-Que yo sepa no. Kaminari estaba bastante contento.

Todoroki y Keigo observan al pobre flagelador tomando una taza de café.

-Tengo la impresión de que ese tal Kaminari desea que vuelvas a aletear por su local.

-Iré si tú me acompañas.- le susurra pasando por su lado ya en la cocina – Aunque no quiero que nadie vea a mi atractivo, candente, y deslumbrante novio – Todoroki hace un mohín con la boca - ¿Celoso?

Los bicolores ojos se clavan en los candentes y soleados de su pareja. Se lo dicen todo con una mirada, a ese punto ha alcanzado su relación de apenas unos meses. Están en un punto en el que ni siquiera parejas de décadas han saboreado.

-Vayamos.- dice decidido Todoroki dejando la taza en el interior del fregadero – Quiero que todo el mundo vea, sepa y entienda que el gavilán tiene dueño – se sienta en la isla de la cocina abriéndose lentamente de piernas invitando a Keigo quien se coloca entre medios escaneándole buscando una parte visible de piel para morder y es que desde que Midoriya vive con ellos han pasado de deambular por la casa en ropa interior o desnudos a tener que comprar feos pijamas – Pero más te vale que nadie te toque o te mire el culo – agarra sus nalgas arrancando risas en Keigo - ¿Y si follamos en la barra? Dominando yo, obviamente.

-Me encanta como suena, es más, imaginarnos subidos en la barra, tú encima de mí cabalgándome... - al abrir los ojos Todoroki traga saliva porque sabe qué trae dicha mirada - Quítate ahora mismo los jodidos pantalones porque voy a reventar, Shoto.

Baja la mirada. Es más que evidente que ninguno lleva ropa interior.

Se aproximan sacando sus lenguas queriendo entrar en lo que es su boca y de nadie más cuando escuchan un fortísimo golpe proveniente del salón. Todoroki es el primero en aparecer.

-L-lo siento, me he caído.

Dice Midoriya incorporándose para volver a tumbarse en el sofá dándole la espalda.

-Ambos estaremos ocupados el día de hoy.- aclara Keigo observando a Midoriya - No te quedes durmiendo, Shoto.

Le ordena Keigo besando su mejilla y sale directo al dormitorio principal para terminar de alistarse. Aunque sea domingo y ambos trabajen en la misma empresa él sí tiene que ir para terminar un proyecto que le trae por el camino de la amargura.

Todoroki suspira observando la desesperada espalda de su mejor amigo. Le queda una larga jornada laboral de apoyo y de, más que seguras, ronda de cervezas.

****
Los acordes de una guitarra resuenan lentos, suaves, queriendo permanecer en el aire un poquito más antes de desaparecer. Al igual que las letras dibujadas en el pentagrama o las palabras escritas que esperan no ser tachadas al no encajar con lo que Bakugou siente y quiere expresar. Su cabeza es un hormiguero de ideas, expresiones, sensaciones y sentimientos que no logra entender y cree que la música le dejará entenderlas mejor.

Un beso.

Un beso tras un divertido juego.

Un divertido juego que vino tras una imagen enloqueciéndole.

Una imagen que vino de otro juego previo.

Un juego previo que vino de volver a reencontrarse.

Un reencuentro que se produjo tras un encuentro en un taxi.

Un encuentro en un taxi que vino tras ser el novio quien abandonó su propia boda compartiendo el transporte alejándole de una eterna y sumisa jaula.

Quiere componer.

Quiere transmitir lo que su mente estalla, explota, pero no lo consigue.

Exhausto, lanza el cuaderno a sus pies mientras deja su vieja guitarra en el suelo apoyada en el sofá. Observa el cristal. Las vistas de fuera no son bonitas, ni inspiradoras, y otras veces lo que antes le calmaba ahora le ahoga. Entre sus dedos su bisturí favorito gira y gira.

El teléfono vibra sobre la mesa.

Lo ignora.

Otra llamada.

Y otra.

Y otra.

Mira de reojo el número.

Suspira apoyando la frente sobre el gélido cristal.

Le sale vaho a través de sus fríos labios.

Empieza a nevar en el exterior. Y Bakugou abre la ventana dejando entrar mucho más frío en el apartamento. No ha encendido la calefacción. Ni intención de hacerlo. Quiere sentir el frío. Quiere sentir como se le cala hasta los huesos mojándole, congelándole.

Quiere sentirse vivo y el recordar los labios ardientes de Midoriya es calor más que suficiente para calentarle. Más que cualquier hoguera. Más que cualquier calefacción. Más que cualquier copa de alcohol.

Más que el sol del desierto en hora punta.

Casualidad o Destino (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora