Parte 2: Funeral

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Mamoru no tenía padres, y no iba a dejar que otra persona se encargara de la ceremonia, era su responsabilidad. De pie al lado de ChibiUsa recibió una a una las condolencias de los cientos de amigos que llegaron desde todas partes a despedirle, un sepulcro vacio que logró unir a todos quienes se sintieron tocados por la semilla de Mamoru Chiba. Rei la miraba desde afuera del templo.

-¿Te molesta si me quedo afuera?- le había preguntado, del brazo de Ami. 

-No- contestó- todos vivimos el duelo de diferente forma, esta es la tuya y está bien. 

Rei ya había perdido a demasiadas personas en su corta vida, Usagi no iba a obligarla a nada, pero vaya que necesitaba de sus regaños para mantener la enteresa.

-A Mamo chan no le gustaría esta musica en el servicio. 

Muchas veces, más de las que quisiera, percibia a Mamoru dentro de su hija, ese espiritu de aparencia inquebrantable llevando el peso de la tierra sobre si. 

-Es cierto. 

Cientos de personas y solo ellas dos conocían el amor de Tuxedo mask por la música clasica. 

-¿Podrías? 

-Por supuesto. 

Michiru se posicionó en el improvisado escenario del templo con su violín. 

Tal vez solo ellas y Michiru. 

Con la vista perdida entre los inciensos recordaba cuando descubrió lo que había pasado entre Mamoru y Michiru. 

"-¿Cómo pudiste?- decía, gritaba- ¿Cómo? 

-Usako... No finjas que no has hecho nada porfavor- él, sereno como siempre, evitaba mirarla. 

Sus labios de pronto sabían al balsamo humectante de Haruka, como otras tantas veces. No era lo mismo, Mamoru sabía lo que había pasado entre su senshi y ella, que la conexión que tenían se debía a algo más fuerte que ellas mismas. Mamoru las había visto y todo había estado bien. 

¿Todo había estado bien? Nunca se lo preguntó. Despues de esa noche en su departamento, tras dormir a Chibiusa y dar por terminado el tema, debío preguntarselo. 

-Mamo chan- el mar de lagrimas que le brotaba incontrolable no inmutaba un solo musculo de su novio, no lo sacaba de la lectura que le tenía ensimismado. 

-¡Tal vez si no pasaras tanto tiempo con tus odiosos libros no me hubiese sentido tan sola! 

El calor de Haruka se sentía como un alivio a la falta, pero el calor de Urano no se comparaba al del sol. Necesitaba el cariño del sol. 

¿Por qué Mamoru siempre lograba voltear la situación a conveniencia propia? ¿Por qué la culpa siempre recaia en ella? 

Era una tonta, siempre lo había sido y siempre lo sería. 

Michiru seguramente le entendia cuando hablaba de autores, cientificos y esas cosas que para ella sonaban tan pomposas... 

Odiaba la indiferencia, Usagi tenía tanto que decir, tanto que reparar y reconstruir en la relación, pero no podía hacerlo sola. Mamoru pasó la pagina, hizo el gesto de limpiar sus lentes y continuo tras un suspiro. 

Esa era su manera de comunicarse, suspirar. 

-Haruka y yo solos nos besamos, tú y Michiru terminaron en la cama..."

El violín hizo que los asistentes se acercaran más al centro, a la foto sobre el mesón desde donde con su camisa rosada y una rosa en la mano parecía mirarlo todo, con esa misma calma, con esa misma indiferencia.

Despertó del trance, o lo que fuese que estaba viviendo, cosa que aun no entendía. ChibiUsa estaba con Mina y Mako, en los primeros asientos del templo. Quería desmayarse, dejar de sentir eso extraño que le removia hasta el ultimo rincon de su cuerpo, pero ser Sailor Moon, aunque nadie lo creyera, le había enseñado a estar alerta ante el peligro, y sin Mamoru todo era tinieblas. 

Haruka, en un impecable traje de dos piezas y sin una sola marca de llanto en su rostro se acercó a ella. 

-¿Necesitas algo? 

Estupida pregunta, pensó, y vaya que debía ser estupida para que una estupida como ella lo notara. Pero Haruka estaba haciendo su mayor esfuerzo, se preguntaba si acaso tambien sabía de Mamoru y Michiru, si tambien le era incomodo escucharle tocar para él. No terminaba de entender los terminos de la relación entre ambas guardianas y aunque antes la curiosidad le comía la lengua, en aquel momento nada importaba menos. 

-Sacame de aqui- murmuró. 

-¿Qué? Pero no puedes dejar la ceremonia a...

-Ya casi es hora de terminar, quiero irme antes que los demas- no quería quedarse sola con ese sentimiento agobiante. No era capaz de enfrentar al amor de su vida, muerto, en soledad. 

Usagi adoraba ir en la moto, abrazada a Haruka sintiendo el viento en su rostro y sus coletas enredarse por la velocidad, eso era antes, porque de camino a su casa a toda velocidad no sintió nada. No hubo viento, no hubo nada. 

En su cuarto nada había cambiado, la foto de los tres, su pequeña familia, puesta casual en su mesita de noche como si mirarla no fuese una tortura. Los pequeños regalos que Mamo chan le hacía muy de vez en cuando repartidos por su escritorio y repisas desordenadas, la cama donde se habían amado tantos amaneceres, donde tanto le había llorado que regresara cuando estuvo desaparecido, el anillo con el que se habían prometido. 

-Cabeza de Bombón- Haruka habló, pero Usagi no la escuchaba, se recostó en la cama sin siquiera quitarse el abrigo y le dio la espalda- No tengo idea de como te sientes ahora, pero imagino que jamas has sentido tanto dolor- No era verdad, lo había sentido. Al ver morir a su hija, al apuñalarse junto a Mamoru, al perder a todas sus amigas. Pero el dolor se había ido antes del anochecer, con la luna todo se volvía real. 

-... Y sé que nada de lo que nosotras te digamos ahora tendrá sentido, pero aquí estaremos, aquí estaré y seguiré hasta que los dias vuelvan lentamente a tener color, y tambien estaré para todo lo que necesites en el camino. 

-Dejame sola- pidió sin moverse.

-Entiendo. 

La piloto le dió privacidad, más no se movió del portico en toda la noche. 

La luna llena alumbraba el cuarto, destellos de glitter sobre sus mantas le recordaban la ultima carta que había escrito para él, en una esquela brillante y con lapices bonitos que tomó prestados del estuche de Ami chan. No tenía sueño, pero tampoco energia para moverse, no tenía hambre ni frio. 

-¿Cuanto te llevaste de mi, Mamo chan?- preguntó al cielo- ¿Podrás perdonarme algun día? 

El sol comenzó a salir y calentar sus piernas descubiertas, parpadeó lento un par de veces hasta que el sonido del telefono la hizo saltar. No quería contestar, no importaba quien fuera. Ya para ese momento todo había terminado, las cenizas permanecerian el templo de Rei hasta que supiera que hacer con ellas, nadie más tendría que llamarla para pedir indicaciones sobre como llegar, que llevar, nadie más tendría que llamarla para finjir pesar en un intento poco genuino de empatia. El telefono volvió a sonar, una, dos, tres veces, hasta que el ruido la irritó. 

-¡Ya dejenme en paz!- gritó a la bocina, sacando la lengua por acto reflejo. Arrepintiendose al instante, Usagi estupida, no puedes sacar la lengua si estás de duelo.

-¡Bombón! 

-¡Seiya! 




A través del universo: Una historia de Sailor moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora