A través del universo: Una historia de Sailor moon.

Parte 15: Libertad

Volvía a estar encerrada, ahora en un cuarto ajeno, a sentirse sola, a tener las tripas revueltas y el corazón hecho estropajo.

-¿Es esta tu venganza Mamo chan?

Lo merecía, si, por dejarle ir tan fácilmente. Era una cualquiera, una mujerzuela por querer rehacer su vida tan pronto cuando debía estar llorando postrada en cama. Pero es que ya no quería guardarle luto, y si no era con Seiya, ¿Sería con alguien más? Era posible, porque era una enamoradiza. Pero no quería saberlo, quería a Seiya, le quería ahí en ese mismo momento, cantándole alguna canción de radio o haciéndola enojar. No de verdad, enojo de juego, porque el real dolía demasiado.
Tenía ganas de dejar de sentir en absoluto, eso que todos valoraban tanto de ella, su empatía y afecto, era en realidad una corona de espinas. Había vuelto a ese punto de no querer comer, de no poder dormir.
Sus pesadillas mezclaban a Mamoru, sufriendo una muerte dolorosa, riéndose de ella con la cara ensangrentada mientras Seiya y Kakyuu se besaban en un altar. Su vestido de reina Serenity manchado de sangre de algún lugar, no sabía de dónde, probablemente de su corazón.

Llamada interestelar por los comunicadores de Mercurio.

-¿Qué Haruka hizo que?- Mina sonaba tan sorprendida que Usagi se divirtió imaginando su cara.

-Casi mató a Seiya en medio de los jardines reales. ¡Incluso le tiró un diente!

-Algo habrá hecho para merecerlo.

-¡Rei!- la regañó Ami- ¿Y que pasará con la visita a Kinmoku? ¿Regresarán?

Usagi miró a Makoto, negando. Las chicas solo tenían permitido saber el chisme de la batalla más no el porque, estaba, de nuevo, defendiendo a su espina de rosa. Mako respetó la decisión, más que mal, fue su consejo el que llevó a Sailor Moon a enfrentarse con Haruka y exigirle quedarse hasta terminar la tarea.

-Aun no- soltó Usagi.

-Bueno pero y Seiya, ¿Qué pasa con Seiya ahora que ya se besaron?

-¡Mina tú también! No se puede tener una conversación sería con ustedes.

Usagi agradeció la intromisión de Ami porque no sabía que contestar.

-¿Si? ¿Princesa Kakyuu? Ya vamos...- Makoto inventó una visita- debemos irnos chicas, hablamos mañana.

¿Qué pasaría con Seiya? Estaba molesta, si, pero de alguna retorcida manera esa efervescencia le hacía extrañar más sus faltas de respeto. Desearle más. Mamoru debía estar disfrutando el penoso espectáculo que Usagi estaba brindando. Kakyuu no le dio explicaciones, no le debía ninguna sino al contrario, las merecía. Pero Usagi calló, y aceptó continuar con la visita, dar el discurso en un par de provincias cuyos nombres no memorizó, siempre que Seiya no le acompañara en la gira. Kakyuu lo entendió, más no le aseguró encontrar mejor seguridad que Star figther.

Rei no creyó una sola palabra de Usagi y Makoto, ninguna de sus amigas era buena con las mentiras y su intuición, demasiado desarrollada como para no notar algo extraño. Al cortar comunicación barajó sus cartas. Ahí estaba de nuevo el maldito tres de espadas, corazón roto traición y dolor. Carta que podría haber interpretado para Mamoru pero que sabía, dentro de si, era para la estrella fugaz que raptó a la princesa lunar hasta otra galaxia. El juicio marcaba el paradigma entre la culpa y el renacer, las cenizas que dan vida. Usagi no lo entendía. Y Rei atribuía esos significados a la información que manejaba, más no a la correcta. Al atardecer salió del templo, rumbo fijo a la casa de las inners. Setsuna abrió la puerta, y con agradable sorpresa hizo pasar a Marte, quién claramente debía tener un motivo muy importante para visitar sin anticipo.

-¿Puedes enviárme a Kinmoku? Solo serán unos minutos.

Pluto no quiso preguntar, pero Michiru, saliendo del cuarto en ropa de dormir, preguntó por ella.