Parte 17: Desastre

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Más provincias visitas, más horas navegadas, más orgasmos escondidos.
No se hablaba de compromiso, prohibido decir amor, y el tic nervioso en el ojo de Haruka ya era tan parte de ella que Yaten no la recordaba sin el. Makoto de niñera, harta pero responsable, manteniendo a ChibiUsa alejada del cuarto de Seiya para conservar el poco respeto que la puberta mantenia sobre su madre.
Otra noche de copas entre Haruka y Yaten, quienes ya habían vaciado la reserva de licores de la nave intentado aplacar el astio.

- Más vale que me paguen bien por eso- Yaten buscaba entre las provisiones algo de beber. Esa noche Seiya y Usagi estaban particularmente ruidosas, tanto que Makoto habia decidido salir a explorar la locación en compañia de Taiki y la pequeña dama.

-Al menos van a pagarte. Yo solo espero no sucumbir a la locura.

"Oh Seiya" se escuchó desde la habitación. Gatas en celo recuperando el tiempo que no pudieron disfrutar al comenzar a desearse.

-Apresurate y dame lo más fuerte que tengas, no me importa si es cianuro...

Haruka empujó a Yaten y tomó la única botella que quedaba en la estantería, con una etiqueta diferente a las que recordaba, o no, haber bebido las noches pasadas. Sirvió dos copas y empinó la suya hasta acabarse el brebaje. Una sonrisa maliciosa en el rostro de Star Healer la distrajo, una que no había visto hasta entonces.

-¿Y ahora que?

-Yo que tú vomitaria ahora, o terminarás como las alimañas esas.

Usagi había descubierto una función escondida en su intercomunicador, la maravillosa de Ami, imaginando su aburrimiento de forastera, instaló un emulador de Super Nintendo en el aparato, y Seiya lo estaba disfrutando como si no hubiese conocido a Super Mario o el street Figther, su favorito. Usagi reía al verle perder una y otra vez contra la maquina.

-¡Eres tan mala!- chillaba riendo, evadiendo que la mujer a su lado estaba próxima a casarse.

-¡Espera y verás como te dejo sin palabras! ¡Toma esto!- Los dedos de Seiya, expertos en tantas cosas, se rendían con las teclas.

-Es esto o cometer un asesinato- Haruka volvió a llenar su copa y a beberla sin pausa.

Yaten, analítica y deleitada con el caos a su alrededor, con un dedo acusador reposando su barbilla, sacudió la cabeza.

-Acabas de tomar el más potente afrodisíaco de Kinmoku, dosis doble.

Haruka alzó la ceja, demorando en entender antes de lanzar la copa contra el suelo y romper el cristal.

-¿Quién en su santo juicio pone afrodisíaco en un barco? Maldita sea...

Se limpió la boca, pensó en inducirse arcadas pero ya que más le daba. Michiru no se había comunicado con ella y esperaba llegar a la tierra para pedirle ese nuevo comienzo que como visión divina le trajo su princesa. Pero estaba tan alejada como era sobre humanamente posible de su mujer, sola, histérica y frustrada. Qué más daba si antes de dormir jugaba con su propio cuerpo un poco. O tal vez no con el suyo.

-Te sorprenderia saber que todos los barcos de Kinmoku lo tienen. Nos tomamos muy en serio el sexo.

-¿Y que tal tú?

La pálida piel de Yaten mostró una tenue coloración, ¿Acaso esa era una insinuación? Era muy pronto para que el líquido cumpliera su efecto.

-¿Yo que?- mofó mirando hacia otro lado- no voy a hablarte de mi vida sexual para que fantasees, asquerosa.

-Me refería al trago- Haruka se sentía oxidada en el arte de la conquista, pero como veterana en el tema, solo hacía falta un poco de estimulo para que la memoria muscular tomara el control de sus acciones. Y Yaten no estaba nada mal. Nunca antes lo había notado, pero al verse obligada a pasar tiempo con la indiferencia hecha sailor, los detalles de sus ojos fieros y su delgado y delicado cuerpo le llamaban la atención. A Haruka le gustaba dominar, pero más aún le gustaba un buen reto que no se le permitiese tomar las riendas.

A través del universo: Una historia de Sailor moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora