-¿Cuántas veces?
El salón de la casa vacio, el eco de sus respiraciones chocando.
Michiru, al otro extremo del lugar, se estrujó el cuerpo con sus brazos.
-Tres.
-Tres- repitió Haruka, sin tomarle el peso a lo escuchado- ¿Tres? ¿Cuando?
Su voz, grave, no temblaba. Pero se endurecía con cada palabra. Tres veces y estaba segura de que cabeza de bombón solo sabía de una.
-Despues del recital de violin en la universidad- la que Usagi le había comentado- cuando nos encontramos en el centro comercial y tú te fuiste a una carrera... y la noche antes de partir a America. Ahí acordamos que no volvería a suceder.
El cólera le recorrió la médula. La noche antes de comprometerse con Usagi el sujeto se acostó con su novia, con el amor de su vida, con la mujer por quien era capaz de matar. No lo entendía, la rabia le consumía de pies a cabeza y la soberbia le convencía de que nada tenía Mamoru Chiba que no tuviera ella. Mantuvo la presunta calma, quería solucionarlo, hablarlo hasta encontrar la raiz de la traición pero mirar a Michiru, tan hermosa como infame, le despertaba emociones ferales. Cualquiera podía tener ese cuerpo, más su alma, si le había entregado tambien el alma a Chiba eso si no podría soportarlo. Camino hasta su pareja y la encerró entre sus brazos contra la biblioteca de roble macizo sin soltarle la mirada, dolida, enajenada y adormecida por esas feromonas que la obligaban a infringir.
-¿Fue mejor que yo?- su pulgar recorrió los labios carmesí, dispersando el labial sin cuidado.
-Nadie es mejor que tú- el aliento de Michiru rozó sus labios, y Haruka estuvo a punto de aferrarse a su cintura, lanzarla sobre la alfombra de simil piel y tocarla hasta que solo clamara por piedad y su nombre, pero a milimetros de distancia se detuvo.
-Puedo perdonar que te acostaras con un cualquiera sin decirme... Pero no que ayudaras a destrozar el corazón de Usagi.
Se alejó casi con violencia y dirigiendose al garage tomó las llaves de la moto sin dar explicaciones.
De las miles de veces que quiso alargar los inocentes besos y elevar sus sonrisas coquetas al siguiente nivel, pedir permiso para rozar sus muslos perfectos por debajo de la faldita marinera. Nunca lo hizo, Usagi estaba prohibida. El amor sofocante y las historias de una noche, en su manera de percibir las relaciones, no eran excluyentes y Usagi le gustaba, y sus atenciones no se esforzaban por pasar desapercibidas, pero su princesa no podía ser un número más en su libro de conquistas. Que la culparan de paternalista, no le importaba, Usagi no comprendía el amor de la misma forma, y Haruka no iba a ser quien le derrumbara el cuento de hadas que tenía permiso de soñar. Pero entonces apareció Sailor Star Figther en el panorama, y como la odió, porque la forastera no tuvo escrupulos al entrar en la carrera y robarse los sonrojos que antes solo fueron suyos, suyos y del principe, primer lugar en la pista y ganador indiscutible. Se convenció a si misma de poner límites, pero Michiru se encargó de romperlos sin medir consecuencias. Si Mamoru Chiba aparecía en su camino no tendría piedad al arrollarle aumentando la velocidad. La ignorancia era la felicidad, había leído de Kant alguna vez, y quería ver a la chica feliz, aunque le costase una montaña empinada a escalar en su relación, buscando la confianza perdida.
-Necesito un tiempo para pensar las cosas- dijo Haruka a la mañana siguiente, arrastrando su maleta.
-¡Buaa! ¡Estoy cansada!- se quejó Usagi, en que momento se le fue a ocurrir acompañar a Minako y Makoto a sus clases de gimnasia. Mako chan le había chantajeado con una oferta ilimitada de pastelillos solo para ella y Mina chan estaba tan ensimismada en ganar el concurso de talentos que no pudo negarse. Aunque se pasara la mitad de la clase sentada quejándose y esperando la hora de termino.
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A través del universo: Una historia de Sailor moon.
FanfictionEl amor despues del amor. Si Usagi Tsukino pudiera elegir entre el amor y la justicia, elegiría el amor. Si Sailor moon tuviera que elegir, elegiría la justicia, aunque eso implicara reescribir su destino. Usagi juró que al entregar a Mamoru, una...