Sorbiendo su malteada de fresas recibió las miradas de las chicas. Alargando a propósito la incomodidad del aire. Las piernas de Minako se movían a un compas acelerado, le gustaba jugar con su tolerancia. Rei seguía algo esquiva, como si una pared la separase del resto incluso estando en medio de todas.
-Ya no lo soporto... ¿Irás a Kinmoku?- Makoto se abalanzó sobre la mesa moviendo las bebidas de todas a causa del estruendo.
-¡Claro que no ira!- Ami se exhaltó. Todo el asunto con las recientes visitantes le intrigaba mucho, pero su prudencía se batía a duelo con su curiosidad y le costaba actuar como Sailor Mercury cuando Ami Mizuno moría por escuchar chisme de la salida que Usagi se negaba a llamar cita- está terminando sus exámenes y sería mucho más practico si...
-¿Si vas tú para ayudar a Taiki con sus... problemas?- Mina enfatizó la última palabra logrando que la Sailor marina escondiera un sofoco.
-No hablamos de eso- Usagi se dignó a hablar.
-Mejor dicho no hablaron- el golpe de hombro de Mina hizo a Rei mirar al techo.
Así como Usagi le había comentado en la ceremonia de despedida, cada persona tenía su manera de vivir el duelo y la de su amiga no podía sino ser singular. Medio año desde que Mamoru dejó su forma fisica, y su casi viuda usaba el anillo de compromiso colgando de su pecho con una cadena tambien obsequiada por él, pero había accedido a salir con Seiya consciente de la segunda lectura subyacente. Recordaba la tristeza en Usagi mientras le creía en America, y como la risa estruendosa lentamente regresó a sus labios con la aparición del misterioso idol, aunque el opaco en sus ojos distara del resto de sus expresiones. Persibía la misma energia en su sorbeteo ingenuo, las ganas de hablar y hablar y contarles mil veces lo molesta que era Star Figther, y no quería ser la culpable de la represión que en cualquier momento haría a la chica explotar.
-¿Y de que hablaron entonces?- intentó no sonar intimidante y falló.
Era verdad, no hablaron mucho. Los silencios incomodos y las discusiones sin pies ni cabeza marcaron el ritmo de la tarde. Que si estaba más delgada, (que debía comer más), que si podía ganarle en una competencia de comer palomitas. Le puso al corriente de los chismes de las chicas (cosa que no les iba a comentar) y de los últimos mangas que estaba siguiendo. Seiya habló mucho y dijo nada. Ni Mamoru ni Kakyuu fueron nombrados, y al momento de esconderse el sol ella se excusó con una tarea que no tenía intenciones de hacer, porque le resultaba demasiado ser escoltada hasta la puerta de su casa, y porque temía encontrarse a una Haruka histerica dispuesta a desafiar en combate a muerte a su cita. Cita, lo pensó, solo un segundo. El libro sobre duelo decía que no existía un tiempo determinado para llevar el luto, y una parte de si consideraba que sería eterno, porque el dolor no disminuía, solo se acoplaba a otras emociones cotidianas. Como sonrojarse al ver a un chico guapo por la calle, o la felicidad momentanea de saborear muchas golosinas. Los cuatro pares de ojos caían expectantes sobre ella, y solo pudo liberar unas risitas nerviosas.
-Supongo que no nos vamos a enterar- suspiró Makoto, quien si quería saber el cotilleo y preguntaba sin ninguna mala intención- Usagi guardando secretos, esto es para pedir un deseo.
No era la primera vez que se callaba. Solía guardarse los malos momentos con Mamoru para no dañar su imagen. Quizas ya no era necesario que lo hiciera.
-Mamo chan durmió con Michiru san- Impulso, estupidez. La malteada de Mina chocando contra el piso salpicando sus zapatos. Casi como si tuviera que justificar su salida con Seiya para no parecer indolente. Pasaba que llevaba sufriendo el duelo de la relación mucho tiempo más del que las chicas tenían considerado. Rei suspiró, confirmando lo que ya sabía.
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A través del universo: Una historia de Sailor moon.
FanfictionEl amor despues del amor. Si Usagi Tsukino pudiera elegir entre el amor y la justicia, elegiría el amor. Si Sailor moon tuviera que elegir, elegiría la justicia, aunque eso implicara reescribir su destino. Usagi juró que al entregar a Mamoru, una...