Capítulo XVI

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Otro mes va y viene, el caso es que había sido un mes muy agitado, y Braco realmente la tenía agarrada con ella. La molestaba todo el tiempo. Le tumbaba los libros, le escondía la mochila e incluso, a veces, le quitaba el almuerzo. Marceline tenía que aguantárselo y rechinar los dientes, más aún cuando lo veía besar con pasión a Bonnibel en medio del pasillo. Aún no comprendía cómo no le daba un golpe en la nariz. Sí, así de violenta se había puesto Marcy.

Phoebe y Bonnibel, de vez en cuando, las atacaban a ella y a sus amigas, pero estaban concentrada en los exámenes. Por eso Braco y Canela las estaban relevando, para hacerle la vida imposible a la ojiverde.

Lo único era que ahora siempre encontraba a la pelirosa mirándola. Marceline siempre quería mirarla así que no era su culpa, pero se impresionaba al ver cómo sus ojos se encontraban y la ojiceleste apartaba la mirada.

-¿Por qué siempre terminan en mi casillero, incluso cuando es uno diferente? -preguntó, apretando los puños y los dientes.

Observaba a la pareja besarse ardientemente, apoyados sobre un casillero. Su puto casillero. Marceline pronto estaría lanzando fuego por la boca.

-Tal vez Braco quiera hacerte enojar. -dijo Patience, intentando no observar con asco la escena, se percató de la mirada dolida y enojada de su amiga, y colocó una mano en su hombro-. Recuerda que es una perra, en verdad lo es.

Marceline no respondió, clavó sus ojos en Braco, deseando con todas sus ganas ahorcarlo hasta que dejara de respirar.

Fionna y Patience se despidieron de ella, un poco preocupadas. Marceline quería parecer bien, pero en serio le dolía mucho.

Fue hasta donde estaban ellos y se aclaró la garganta para buscar su atención. Braco se separó de Bonnibel, la chica tenía el cabello revuelto y los labios hinchados a besos, y ambos la observaron.

-Mi casillero -dijo, refiriéndose a la puerta donde estaban apoyados.

Braco simplemente la corrió a un lado mientras volvía a atacar los labios de Bonnibel, Marceline apretó los puños. Abrió su casillero, escuchando los suspiros y besos de la pareja. Braco recorría el cuello de Bonnibel con sus labios, pero ella no parecía notarlo, estaba mirando a Marcy.

Al cerrar la puerta, se encontró con unos ojos azul marino y Bonnibel le dio un guiño, antes de volver a agarrar el rostro de su novio y besarlo, Marceline ahora quería devolver el desayuno.

Era increíblemente repugnante. Los observó un rato, intentando parecer superior. Braco, fastidiado, se separó de los labios de su novia y observó a la ojiverde con disgusto.

-¿Qué leches quieres?

-No creo que sea correcto besarse en los pasillos, hay una regla -dijo, metiendo las manos en los bolsillos de su jeans, debía aparentar tranquilidad.

-Pues yo hago lo que se me dé la jodida gana. Ahora, desaparece -respondió muy cortante el chico y volvió a besar a Bonnibel, pero los ojos de la chica, aun besando a su novio, estaban en Marceline.

Marceline no comprendió pero, al ver esos hermosos ojos celestes, no pudo evitar sonreír. Hizo una mueca graciosa, burlándose de Braco, y Bonnibel soltó una pequeña risa sobre los labios de su novio. A Marcy le dio satisfacción, y más al ver que su novio le cubrió los ojos a la pelirosa para que Bonnibel no pudiese verla, y fulminó a Marceline con la mirada. Ella decidió que era hora de irse.

Fue hasta la biblioteca esa tarde, esperaba poder estudiar para el examen, Braco había escondido sus apuntes y por eso iba retrasada. Al llegar, se encontró con una gran sorpresa. Allí, sentada en la misma silla de siempre, estaba Bonnibel. Sintió como que el corazón se le iba a salir y sonrió.

Rivales | Bubbline | AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora