-¿Llevas dinero para el almuerzo? -preguntó Lolly, por quinta vez.
Bonnibel rodó los ojos, divertida por la preocupación de su tía.
-Sí, tía. Descuida, tengo prisa, voy tarde -recordó al ver la hora en su móvil.
Faltaban veinte minutos para entrar a clases, si quería llegar a tiempo y llevar a Phoebe, todo a la vez, era mejor apurarse.
-¿Bonnie? -preguntó el pequeño Neddy, desayunaba junto a su tío mientras sonreía a su hermana-. ¿Cuándo viene Nuggets? Lleva mucho tiempo sin jugar conmigo -hizo puchero.
Bonnibel frunció los labios, divertida, colgándose la cartera del hombro y comiendo una galleta del tarro sobre el refrigerador. Ella comía las veinticuatro horas del día, no se cansaba.
(¿Cómo carajo sigue tan flaca?)
-La has visto hace dos días, cuando llegó de sorpresa con Phoe -apuntó, sonriendo aún por el agradable recuerdo de aquella tarde.
Ver a Marceline con su hermano menor era de sus actividades favoritas, le parecían súper tiernos. Incluso, el fondo de pantalla de su móvil era una foto de Marceline y Neddy posando, la ojiverde hacía una mueca graciosa mientras el niño le daba un beso en la mejilla. Si en algún momento del día sentía la necesidad de ver a sus dos personas preferidas, solo bastaba con desbloquear el aparato y allí estaban. ¡Era perfecto!
-Eh, no. Ya van... mmm -el niño dejó de comer para contar con los dedos, como le enseñaron en la escuela-. Van ochenta y dos horas desde que no veo a Nuggets -las matemáticas no eran su fuerte.
-Son cuarenta y ocho horas, enano -lo corrigió.
-Como sea. -el niño rodó los ojos, Bonnibel le daba la razón a su ojiverde, a veces Neddy se parecía tanto a ella que daba miedo -. El punto es que no la veo hace muchísimas horas, seguro ella me extraña -dijo, completamente seguro.
¿Lo peor de todo? Bonnibel sabía que su hermano tenía razón, Marceline vivía preguntando por el pequeño niño y jugando con él cada vez que podía.
-Bah, no creo. -bromeó, le mostró la lengua a un Neddy con el ceño fruncido-. Me extraña más a mí -aseguró.
-¡Mentira! Tú eres fea, yo soy lindo, claro que me extraña más a mí -movió la mano, como si Bonnibel fuera inferior.
Lolly observaba a sus dos sobrinos, sonriendo, mientras colocaba más sándwiches en el plato de su esposo. Se dieron una mirada dulce, al parecer hoy alguien no dormiría en el sofá.
(¡Bien por ti, Gumbald!)
-¿Fea? ¿Yo? -Bonnibel colocó una mano en su pecho, riendo con gracia-. Soy increíble, tus celos me dan ternura -apretó las mejillas de su hermanito, este se revolvió lejos de sus manos.
-¡No estoy celoso! -comprobado científicamente, estos dos son hermanos y nadie puede negarlo.
-Por favor, todos piensan así -estaba bromeando, su hermanito indignado era un acto digno de ver. Fue por la cocina, hablándole, mágicamente una manzana estaba en sus manos y le daba un mordisco-. Hasta Marceline, ella piensa que soy hermosa -sonrío como tonta, recordando que la ojiverde se encargaba de remarcarle lo perfecta que era cada vez que tenía oportunidad.
Gumbald quiso hacer un comentario de padre celoso, bastó una mirada fulminante de Lolly para hacerlo callar. Suficientes experiencias traumáticas con una Bubblegum enojada para el resto del año. (Además, el sofá no es cómodo)
-¿Nuggets? -el niño achicó los ojos, confundido, Bonnibel cubrió su boca para no reír.
¡Por Glob, esa reacción fue tan Marceline! Al parecer, el pequeño niño era una combinación de ambas, como si fuera su propio hijo, el corazón de Bonnibel se hinchó de felicidad ante la idea.

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Rivales | Bubbline | Adaptación
RomanceMarceline Abadeer comienza la secundaria sintiendo las burlas del grupo de los populares, entre un grupito de chicas que la fastidian conocerá a la porrista Bonnibel Bubblegum. Desde el primer encuentro entre ellas se desatará una gran rivalidad y g...