Rivales | Bubbline | Adaptación

Capítulo XXXI

Una semana. Una semana desde los nuggets, una semana desde ese beso robado, y en ninguno de esos siete días había logrado reunir el valor suficiente para ir a casa de Bonnibel. Sentía vergüenza de sí misma. Llevaba días sin hablar con la pelirosa, sólo observándola de lejos y con eso le bastaba. Pero ahora era diferente, quería ver a Neddy e incluso jugar con él, la ojiverde estaba muy encariñada con el pequeño divo.

Durante estos días no había logrado hablar con Bonnibel, en parte porque la evitaba entre clases y la otra razón era por Braco. Pero había algo un poco diferente esta vez que divertía mucho a Marceline. Cada vez que sus ojos se encontraban con los de la pelirosa, Bonnibel la miraba un rato, luego parecía recordar algo y apartaba el rostro, ruborizada.

En los pasillos una vez tropezaron y Bonnibel, al reconocerla, se apartó de un pequeño salto con el rostro rojo y siguió caminando, pero chocó la cabeza contra una puerta del salón. En otra, Bonnibel se supone que estaba respondiendo una pregunta en la clase, y ella lo hacía como siempre, tranquila y confiada. Pero al notar la mirada fija de Marceline, confundió las palabras y comenzó a balbucear, terminando avergonzada frente a todos.

Le hacía difícil a Marceline no querer volver a robarle un beso. No entendía el comportamiento de la ojiceleste, pero le encantaba. Era incluso hermosa, siendo torpe y todo. Aún así, Braco también parecía estar vigilándola, por esa razón fingía no ver a Bonnibel cuando el chico estaba cerca.

Pero hoy en el aparcamiento le fue imposible, dado que la pelirosa se veía más hermosa de lo normal. Su cabello brillaba mientras estaba atado en una coleta y llevaba una falda, junto con una blusa blanca manga larga con botones. Sus ojos brillaban y sólo llevaba un poco de maquillaje. Marceline, al verla en la mañana, duró unos segundos con la boca abierta y sus amigas tuvieron que llevarla a rastras al salón ya que sus piernas y cerebro no coordinaban.

—La sigues mirando —comentó Fionna, riéndose al ver a su amiga.

Estaban junto al coche de Jake mientras el grupito de Bonnibel se hallaba alrededor del descapotable de Braco. Marceline notó el buen humor de su amiga y se alegró por ella. Aún recordaba cuando le preguntó el por qué había faltado dos días seguidos (que coincidían casualmente con los días que faltó Phoebe) y Fionna le confesó que se escapó de su casa para verla. Relató toda risueña que habían compartido la cama, con las manos entrelazadas, mientras veían películas toda la tarde y Phoebe se recuperaba. Por eso su amiga estaba tan feliz.

—Es su culpa, ella no debió de haberse vestido de esa forma —dijo Marceline, en broma, pero luego su rostro se puso serio al ver la mano de Braco alrededor de la cintura de Bonnibel.

—A ella le encanta llamar la atención —dijo pícaramente Cake—. Y más de cierta ojiverde por allí...

Sus dos amigas se rieron y Marceline las miró, confundida.

—¿Qué ojiverde? ¿Le gusta una chica o algo así? ¿Quién es? —preguntó, enojada, mientras sus amigas se reían más fuerte. (¡Lenta! *cachetada*)

—Era broma, Marcy —dijo Fionna, divertida por lo lenta que era su amiga.

Pudieron seguir hablando, pero escucharon unos silbidos a lo lejos. Marceline vió con sorpresa que el hermano de Bonnibel, Gary, andaba con paso decidido por el aparcamiento, siendo el centro de atención de las chicas. Todas admiraban su ancha espalda y, en general, el cuerpo atlético y bien formado de Gary. Él vestía unos vaqueros desgastados que lucía sus músculos y una blusa rosa con brillantina, llevando una mochila en el hombro y unos lentes de sol. Sus labios brillantes sonreían. Él sabía el efecto que ocasionaba en las mujeres (y algunos chicos) y se pavoneaba. Parecía dirigirse directo hacia a su hermana menor, quien lo miraba con sorpresa. Marcy pensó que realmente los dos chicos eran hermanos, no había dudas. Podría decirse que Gary era una versión mayor de su chica, Bonnibel, ya que todos estaban babeando por él. Sin querer, sus miradas se encontraron y Gary abrió los ojos, reconociendo a la chica, y ahora se dirigía hacia ella.