A Bonnibel no le interesaba en lo más mínimo Braco, era atractivo, pero nada más. (¿Qué? ¿Atractivo?).
No parecía pensar en otra cosa que en él mismo, seguramente su cerebro era del tamaño de una nuez, (completamente correcto) considerando que reprobó informática. ¡¿Qué clase de idiota suspende informática?! Pero allí estaban, otra vez, frente al casillero de la pelirosa, con el muchacho rogándole por salir a tomar un café. ¿En serio? ¿Un café? ¿No pudo pensar en algo más original? Además, el corte de pelo que llevaba le hacía parecer un pincho, sin ánimo de ofender. (Por supuesto que fue con esa intención)
—¡Vamos, Bonnibel! —la pelirosa guardaba sus libros, dándole la espalda, razón por la cual el chico no pudo verla rodando los ojos—. No te resistas, sal conmigo, ¿sabes cuántas chicas se mueren por esta oportunidad? —(yo no, amigo) peinaba su cabello con sus manos y sonreía de forma burlona pero irritante.
Le recordó a la sonrisa divertida que casi siempre mostraba Marceline, la pelirosa sacudió la cabeza. Claro que no, la sonrisa de Marceline era miles de veces más encantadora y le hacía sentir piruetas extrañas en el estómago. Un tema que, desde hace unos meses, llevaba preocupando a Bonnibel como también molestándole.
Era un fastidio, no podía estar en la misma habitación que la ojiverde sin sentirse insegura y nerviosa. ¡Así no era ella! ¡Bonnibel Bubblegum no actuaba así, y menos por una chica! Marceline era tan... ¡ahg! Ni siquiera quería pensar en ella las veinticuatro horas del día, ¡no caería tan bajo! Volvió a ver al chico, frunciendo el ceño al verlo, pero aún así sonriendo ya que eran amigos y, por mucho que la irritara, debía tratarlo bien.
—No, Braco. Ya te dije, no quiero salir con personas del grupo —sonrío coqueta antes de colgarse la mochila al hombro.
Braco se acercó a ella, queriendo acorralarla contra los casilleros, pero la pelirosa colocó una mano en su pecho, alejándolo.
—Bonnibel, te aseguro que conmigo vas a pasarlo de maravilla. —afirmó, con ojos seductores y relamiéndose los labios, Bonnibel torció la boca, pensándolo—. Es una tontería que digas eso, no importa si soy del grupo o no, eres muy linda y quiero llevarte a salir, ¿no entiendes?
Bonnibel se le quedó mirando, pensando seriamente si aceptar o no. Su tía le había dicho que a esta edad empezaría las citas con los chicos, todo el rollo de lo novios y esas cosas. No estaría mal, ¿verdad? Braco era guapo (ciega), de buena familia, popular y seguramente el próximo año se uniría al equipo de la escuela. Era un buen partido.
Además, le había dicho que era linda, Bonnibel sonrió, aunque de todas formas pensaba negarse. Esperaría unos años más, aún no estaba interesada en el romance en su vida.
—Mira, Braco, quiero aclarar que... —comenzó a hablar, intentando no apartarlo, con su dedo empezó a trazar la mandíbula del chico que sonreía idiotizado, pero se interrumpió al escuchar risas.
Los dos voltearon, en el pasillo estaban el grupo de Marceline y sus amigas. Bonnibel las miraba, intentado entender qué era lo gracioso, y quedando desconcertada por pensar en lo linda que se veía la ojiverde con las mejillas sonrojadas y los ojos cerrados mientras se carcajeaba.
—¡Pero, Marcy! No puedes, Betty no va a estar de acuerdo —la alta, Bonnibel recordaba que se llamaba Patience, le dio un empujón en el hombro.
—Bonnibel —el moreno intentó hablar, pero Bonnibel lo calló, colocando un dedo en sus labios, quería escuchar.
—Shh —siseó.
Marceline sacudió la cabeza, negando, antes de echarse el cabello hacia atrás, mirando fijamente a las dos chicas con esa fantástica sonrisa. Bonnibel suspiró suavemente, como si hubiera estado reteniendo el aire, tanto que Braco no pudo escucharla, y eso que estaban muy cerca.
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Rivales | Bubbline | Adaptación
RomanceMarceline Abadeer comienza la secundaria sintiendo las burlas del grupo de los populares, entre un grupito de chicas que la fastidian conocerá a la porrista Bonnibel Bubblegum. Desde el primer encuentro entre ellas se desatará una gran rivalidad y g...