8 | Esa sombría.

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Ese maldito olor del horrible calabozo en el que me tenían. Parece que ya es un hobby estar sin ojos. Ha está vez estos malditos se están tardando demasiado en crecer, llevó exactamente setenta y dos horas sin ojos. Esperando a que el momento en que vuelvan a aparecer llegue.

¿Alguien estará allá afuera buscándome? Probablemente la amiga de Céline y ella ya lo estén haciendo. ¿Por qué mierda solo puede hablar conmigo y no rastrearme? Nunca entenderé los métodos de protección de las brujas. Necesito salir de aquí lo antes posible y volver a estar con mis padres.

Detesto está soledad. Detesto este lugar. Detesto a todos los malditos sombríos. No quiero ser un arma para asesinar a otras especies. No quiero hacer algo que no deseo hacer. ¿Por qué tuvieron que darme estos estúpidos poderes? Solo han servido para hacerme daño.

—¿No planeas decir nada, Elara? —preguntó Selene.

—¿Que quieres que diga? ¿Que estoy encantada de estar en este maldito calabozo y sin mis ojos?

—¡Felicidades! ¡Acabas de decir tus primeras palabras luego de setenta y dos horas! Aunque supongo que no se consideran las horas que estuviste dormida, digo desmayada —se burló.

—¡Que graciosa! ¡Eres toda una comediante! ¿Podrías dejarme sola, por favor? —exclamé con rabia.

—Me temo que no porque debo estar aquí para cuando tus ojitos se atrevan a salir. Tengo que volver a sacarlos, aunque no quiero hacerlo. Son órdenes de superiores.

—¿Quién es tu superior ahora? Creo que no puede ser un cadáver, ¿o si?

—No, querida. Mi superior es mi padre. Y créeme es mucho más violento que el anterior. Si te atreves a hacer algo, vas a desear toda tu vida revivir a Dorian...

—¿Que me va a hacer tu papi? ¿Me va a sacar los ojos como ya estoy acostumbrada? —la reté.

—No quieres descubrirlo y yo no quiero enseñarte —su voz sonaba fuerte y enojada—. No te quiero hacer daño.

—Que ironía. Dices que no quieres hacerme daño, pero hace unos días me quitaste mis ojos. Si no quisieras hacerme daño, me ayudarías.

—Ni lo intentes, no va a funcionar. Estoy aquí para cumplir órdenes y yo nunca las incumplo.

—¿Entonces por qué dices que no me quieres hacer daño? Si te piden que me mates, lo harás y no te va a importar.

—No me gusta hacer esto, Elara —suspiró—. Esto solo es por supervivencia. No quiero que me maten por incumplir las órdenes.

—¿Tu padre sería capaz de hacer eso? ¿Por qué?

—Mi padre es capaz de hacer eso y mucho más. Lo haría porque estaría ayudando a una prisionera a escapar y también es traición. Nunca traicionaría a mi raza.

—¡Eres un peón para ellos! ¡Puedes ser una reina, Selene! ¡Ayúdame escapar y te puedo proteger! ¡Soy la heredera al trono del reino!

—¡QUE NO, ELARA! —gritó y se alejó de la celda, pero no se fue.

—¿Ya te vas, cobarde? —reí— Te da miedo de tu papi cuando tienes una reina que te puede dar todo por ayudarla.

—No me voy a ir, solo me alejaré para no hablar contigo. Y mejor cállate porque no me interesan tus asquerosas ofertas.

—¡No me voy a callar!

—¡¿Voy a tener que coserte la boca?!

—¿No que no te gustaba hacer daño? Eres un poco bipolar, supongo —me carcajee.

Colmillos Y Sombras: Nueva Especie © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora