29 | ¡Por Cenit!

9 3 0
                                    

29

—Yo soy Elara Douglas y jamás me rindo — le advertí al demonio que me había traído al infierno—. No pienso perder mi trono, demonio. Déjame salir.

Me puso la mirada encima y luego la quitó. No contestó.

—No quieres saber lo que podría hacerte. Ayúdame a escapar de este maldito reino — ordené, mientras me tocaba las manos— ¡Ahora!

—No puedo hacerlo, su majestad. Lucifer me mataría si lo hiciera — explicó con la intención de hacerme cambiar de opinión, pero no lo iba a lograr.

Tenía que conseguir la forma de escapar como fuera, aunque tuviera que recurrir a métodos más... drásticos.

—Por lo que veo, Lucifer es bastante bondadoso comparándolo conmigo. Si no me dejas salir, te haré sufrir y suplicarás la muerte.

—¿Así mismo cómo le hiciste desear su muerte al sombrío?

Quería ser buena, pero el demonio no colaboraba. Me estaba empezando a sacar de quicio con esos estúpidos comentarios.

Era obvio que no podía matar a Reruy tan fácilmente. Él era de mi raza y tenía más conocimientos que yo, más años usando esos poderes. Pero yo no iba a permitir que se saliera con la suya. Si ese trono no era mío, tampoco sería suyo. Tenía planeado asesinarlos a ambos y lo iba a hacer lo más pronto posible.

—Eres un maldito. ¿Por qué no lo derrotas tú si tan poderoso eres? —pregunté con una media sonrisa.

—Corazón... —tocó mi mandíbula y me hizo mirarlo—, jamás he dicho que sea más poderoso que él, pero sin duda podría derrotarlo. Eres un poco débil, Elara —su tono desafiante casi me hizo botar humo por las orejas. Esto tenía que parar.

Mis ojos se tornaron rojos como la sangre. Amaba cuando cambiaban de color... me hacía sentir aún más poderosa. Haría que ese estúpido demonio se arrepintiera de sus palabras.

Lo miré y este comenzó a retorcerse, gracias al dolor que le estaba provocando. Probablemente el demonio estaba experimentando una sensación de que sus ojos iban a explotar. Yo iba a parar cuando me diera lo que quería.

—Voy... voy a darte la libertad —su voz se cortaba por el dolor y los nervios.

Volví a mis ojos blancos naturales y me acerqué a mi nuevo cómplice. Este se notaba nervioso, pero sin embargo conjuró el hechizo.

En un abrir y cerrar de ojos estábamos en Cenit, otra vez. Mi hogar sería reclamado por su verdadera reina.

Estaba caminando rumbo al palacio, pero fui interrumpida por Clarisse. Me alegraba mucho verla con vida.

—Su majestad —hizo una reverencia—. Selene está viva, puedo sentirla.

Esto podría ser cierto o quizá no. Quería creer que la primera opción era la acertada. Normalmente las brujas lo saben todo y espero no sea la excepción. Tener a mi Selene de vuelta, me convertiría en la mujer más feliz del mundo.

—¿Puedes ubicarla?

Un cañón se estaba preparando a lo lejos. Lo sabía, así que empujé a Clarisse hacia el suelo para que no sufriera.

El cañón llegó unos minutos después y Clarisse .

—Puedo hacerlo, pero necesito más tiempo y un lugar en el que poder concentrarme —pidió. Yo no tenía nada de eso.

—Cuando la guerra acabe, espero sea rápido. Dile a Lucifer o Lilith que la busquen y le den todo lo que yo no pude —una lágrima comenzó a recorrer mi rostro.

Colmillos Y Sombras: Nueva Especie © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora