13 | El ritual, parte 2 (+18)

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Lucifer estaba parado frente a mí, y eso no era todo: estaba completamente desnudo. Lucifer era un hombre bastante guapo. Tenía los ojos negros como la noche, con unas largas pestañas que los adornaban; sus labios eran gruesos y rosados, su nariz era perfilada y sus cejas eran bastante gruesas. Sin duda, podía seducir a cualquier mujer heterosexual.

—¿Contenta?

Asentí sonriendo.

—Bien, Lucifer. Me dijeron que íbamos a hablar, pero solo hemos hablado tonterías. ¿Qué tienes para decirme?

—Solo quería conocerte y decirte algo...

Lo interrumpí casi de inmediato.

—¿Qué me debes decir? —pregunté ansiosa.

—Primero, déjame terminar de hablar —suspiró y se acomodó un mechón de cabello para luego decir—: Tienes un nuevo poder... la telequinesis.

—Ya tengo ese poder, señor. Hice que una mujer se asesinara ella misma con una lanza que tenía.

—Eso, mi querida Elara, es controlar mentes. La telequinesis te permitirá controlar objetos con tu mente. Es algo parecido, pero no igual.

—¿Y por qué vienes hasta aquí para decirme eso? Nunca me advertiste nada sobre mis poderes.

—Lo de tus poderes era algo que tenías que descubrir tú misma —se pasó el dedo por sus labios—. Ya tenías la telequinesis desde hace varios días, pero al parecer nunca lo ibas a descubrir, y puede ser muy importante para ganar la guerra contra los sombríos. Créeme, quiero que ganes. Ellos se volvieron una gran amenaza para la raza de los vampiros, y no podemos permitir que los extingan.

—¿Cómo puedo usar mi nuevo poder?

—Solo imagina lo que quieres mover y hacia dónde quieres que ese objeto vaya. Prueba con esto —señaló la toalla con la que me había secado hace unos minutos.

La miré detenidamente y la imaginé en el suelo. Hice esto varias veces sin resultados.

—Debes mover tus manos hacia el lugar que quieres que vaya el objeto. No solo es imaginarlo.

Hice unos puños con mis manos que comencé a mover lentamente. La toalla comenzó a moverse un poco. Finalmente, la dejé caer con solo imaginarlo.

—¡Muy bien, Elara! ¡Eres muy buena aprendiendo! Sin duda, serás una gran reina y guerrera. Por favor, dime que vas a luchar junto a tus tropas. Sé que contigo al mando, vencerán a los malditos sombríos.

—¡Por supuesto! Lucharé junto a ellos.

—¿Cuándo retomarán la pelea? La muerte de tu padre no puede quedar impune. Esos asquerosos sombríos tienen que pagar.

—Así es, Lucifer.

Él comenzó a acercarse a mí (estábamos a casi dos metros de distancia). Cada vez estaba más cerca; incluso pude sentir su respiración sobre mí. Cuando nuestras narices casi se tocaban, comenzó a dar vueltas a mi alrededor.

—¿Qué estás haciendo, Lucifer?

—Te estoy escaneando, Elara. Eres hermosa. Tu cabello es precioso.

Sonreí un poco.

—Me gustan tus colmillos. Deberías mostrarlos más seguido, especialmente para matar —susurró cerca de mi oído y luego volvió a estar frente a mí.

—Me encanta usarlos para eso, señor. Cuando quieras, podemos salir de cacería juntos.

—No suelo salir mucho del infierno, pero lo haría por ti.

Colmillos Y Sombras: Nueva Especie © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora