|El último suspiro|

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La luz color anaranjado iluminaba la clínica, dando a entender que era de tarde. La luz corría a través de las cortinas hacía los ojos cansados de Laurent que terminaba de hacerse unos exámenes muy dolorosos. 

Los dolores en su cuerpo eran constantes, era un búho, por lo que sus plumas se caían por los medicamentos, las ojeras no dudaban en aparecer por las malas noches y su cuerpo temblaba de frío cada cierto tiempo debilitándolo y matándolo muy lento pero dolorosamente.

Su cuerpo reposaba en su camilla en la cuál había estado recostado desde la mañana, no había ningún alma rondando por ahí, ni siquiera su novia, la cuál estaría ocupada ya que lo atendía 24/7 y se asegurara de que sus medicamentos vayan bien, así que como la princesa que era tenía deberes reales.

Sus ojos se abrían con dificultad, sus pulmones dolían demasiado, su corazón no aguantaba más. Sentía que en algún momento moriría de... frío...

Trató de sentarse, pero su cuerpo se lo impedía, no podía moverse. Agarró más fuerzas y con un quejido algo agudo logró sentarse haciéndo que las máquinas que le ayudaban a vivir subieran y bajaran sonando sin control.

Su vista se puso borrosa y el sudor corría por su cara. -No agu-..anto más- dijo susurrando para si mismo, mientras se arrimaba junto a la pared para tratar de tener fuerzas. Se maldecía a sí mismo, ese era el precio que tenía que pagar. 

Tal vez era bueno, pero antes no lo era y estaba pagando el precio pero mucho peor. Sus lágrimas no dudaron en salir, hace tiempo no podía desahogarse como era debido ya que su novia siempre estaba junto a él y no quería verse débil ante ella, aunque ya no aguantaba más.

Duró así más de media hora y ahora sus ojeras eran mucho más notorias que antes. Su pulso iba como loco, subía, bajaba sin control. Su respiración era ahogada y forzada, ya no aguantaba seguir luchando.

-Octavia...- dijo tratando de respirar bien. Su cuerpo empezó a temblar, las enfermeras o los médicos no lograrían oír sus gritos ahogados. Estaba empezando a perder el control.

Decidió acostarse nuevamente en la camilla, y con mucho dolor, rápidamente lo hizo. Las máquinas ya no subían y bajaban y ahora respiraba mejor que antes. Dejó caer su cuerpo y cerró sus ojos tratando de encontrar paz y calma en su interior.

Pero este fue interrumpido ya que la puerta fue abierta y con un leve susurro este preguntó.
-¿Oct-avia?- dijo mirando con dificultad. -No querido~ soy yo- dijo una figura familiar ingresando a la habitación. 

Laurent al ver la figura se estremeció y nuevamente las máquinas subieron y bajaron sin control pero esta vez era más intenso y doloroso que antes. Era Andrealphus -No vengo a hacerte daño... solo quiero proponerte algo- dijo ingresando mientras se sacaba una corona de esmeraldas.

-¡Deberías estar en prisión!- dijo Laurent alterado. -Seee... pero aprendí algo de ti- dijo mostrándole su mano vendada. -Usaste la ley de... ¡¿Cómo pudiste?!- dijo casi gritando mientras su respiración era más y más ahogada.

-Pues si. La vida se trata de aprender y sobrevivir, y creo que tu...- dijo mirándolo ya que estaba conectado a varias máquinas. -¡Lárgate de aquí!- dijo Laurent alterado. -Espera. Aún no te he propuesto mi plan- dijo mostrándole la corona de esmeralda que anteriormente se sacó.

-Esta es una corona, fabricada por el mismísimo rey de la lujuria, capaz de viajar en el tiempo y el espacio- dijo moviendo tambaleando la corona como si fuese a hipnotizarlo. -¿Y eso que tiene que ver conmigo?- preguntó algo asustado ya que su visión se volvía algo borrosa.

-Mucho mi querido Laurent. Esta simple corona de esmeraldas... puede ser tu salvación... aunque puedo darte el antídoto de tu enfermedad o si no... puedes esperar una muerte como la de frozen o morir a causa de hipotermia... como quieras- dijo sonriente.

Just Look My Way |Stolitz|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora