|La profecía|

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Stolas, impulsado por su deseo de matar a Stella, se adentró en el lugar donde Striker lo había secuestrado años atrás. El mensaje de Stella lo guiaba hacia ese sitio, donde él estaba dispuesto a darlo todo para lograr su objetivo de vencerla.

Sin embargo, al llegar, no encontró nada. La cueva estaba vacía, en silencio, sin ninguna señal de lo que buscaba. Stolas llamó, pero su voz solo resonó sin respuesta.

De repente, una voz masculina rompió el silencio: 

-Stolas...-

Conocía esa voz, pero no recordaba de quién era. Era como si su mente no pudiera procesarlo.

Stolas se puso en posición de batalla, con la seriedad grabada en su rostro. -¿Quién es?- preguntó mirando por todos lados.

A lo lejos, una luz dorada brilló con intensidad, capturando la atención de Stolas. Su mente se vio nublada por la hipnosis de esa luz, y sin pensarlo dos veces, comenzó a seguirla.

Sus jadeos cansados resonaban en la cueva mientras la luz se alejaba cada vez más rápido. Finalmente, en un callejón sin salida, la luz se detuvo. 

La mirada de Stolas, perdida en el brillo, parecía vacía, como si su alma estuviera cautiva.

La luz susurró nuevamente:

-Stolas... acércate...-

Atraído por la llamada, Stolas se acercó lentamente y la tomó entre sus manos, cerrando los ojos con suavidad. 

Un grito desgarrador escapó de su garganta, resonando por toda la cueva.

El dolor recorrió su cuerpo como una ola abrasadora. La luz que había capturado se transformó en una llamarada ardiente que penetraba en su alma y en su ser.

Un destello de luz iluminó la cueva con una intensidad cegadora. Los ojos de Stolas se tornaron más rojos de lo normal, y la luz dorada que antes lo había fascinado ahora se había convertido en una oscuridad profunda y aterradora.

-Qu-é... ¿qué pasa?- susurró adolorido. -¡Agh!- se sostuvo la cabeza con fuerza por el dolor.

Stolas, exhausto y confundido, se derrumbó al suelo, presa de un dolor indescriptible. 

La luz dorada que lo había hipnotizado ahora se había convertido en una tortura infernal, quemando su alma y su cuerpo. Sus gritos de agonía resonaban en la cueva vacía, sin encontrar respuesta.

La oscuridad lo envolvió, una oscuridad más profunda y aterradora que cualquier cosa que hubiera experimentado antes. Sus ojos, antes rojos como la sangre, ahora se habían vuelto negros azabache, vacíos de cualquier esperanza.

Sus músculos se contrajeron en espasmos violentos, su cuerpo convulsionaba sin control. La agonía era tan intensa que parecía que su mente se fragmentaría en mil pedazos.

En medio de su tormento, Stolas murmuró palabras incoherentes, súplicas desesperadas por un alivio que nunca llegaría. La oscuridad lo consumía, lo arrastraba a un abismo sin fondo del que no parecía haber escapatoria.

Con sus poderes, teletransportó sus cosas a un lugar especial, pero esto solo hizo que su energía se agotara más.

Finalmente, con un último grito desgarrador, su cuerpo se quedó quieto. La oscuridad lo había reclamado, dejando solo un silencio sepulcral en la cueva.

Stolas yacía allí, inmóvil y sin vida, víctima de la maldición que lo perseguía desde hacía tanto tiempo...


***


-Stolas...- llamó una voz.

Just Look My Way |Stolitz|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora