Vivir alejado de las grandes y concurridas avenidas de la gran ciudad era agradable hasta cierto punto, pues en el pequeño pueblo donde que nací, llamado South Park, reconocido por sus pocos días despejados, era extremadamente difícil que pasaras desapercibido. Todos en el pueblo te conocían y tu a ellos, por ende la privacidad no era mucha y cualquier chisme interno se esparcía rápidamente por la ciudad. Aún recordaba ver el rostro avergonzado de mi madre cuando la acompañaba al supermercado a hacer las compras, todas y cada una de las personas de allí la miraban con lástima y a mí con desprecio, susurrando a nuestras espaldas sin disimulo alguno: "Ahí va Laura con su hijo el vago". Yo estaba acostumbrado, pero mamá no y siempre terminaba molesta conmigo de donde sea que fuéramos juntos.
Decidir no estudiar una carrera universitaria fue un grave error según todo aquel que me rodeaba. Aquello trajo a mi pequeño núcleo familiar graves problemas, mamá insistía durante cada cena que estudiara para no quedar mal frente a la gente, mientras que mi padre gruñía para que consiguiera un empleo o que simplemente me uniera al ejercito para hacer algo productivo con mi vida. Sabía que mis padres no me decían aquello por estar decepcionados, tan solo querían lo mejor para mi, pero siempre que me mantuviera dentro de sus parámetros, supongo que eso era lo que me fastidiaba realmente, pues ¿Dónde estaba el espacio para dar mi propia opinión?. Todos querían que estudiara porque "solo así iba a ser alguien en la vida", pero nadie se detenía a preguntar qué era lo que yo quería para mi vida. A veces quería hacer muchas cosas, otras absolutamente nada, mientras que otros días, de vez en cuando, incluso deseaba mi propia muerte. Tampoco era que me importase mucho mi futuro, me daba igual y sabía que eso era malo y que si no hacía algo pronto caería en una gran depresión, pero me era imposible sacar alguna motivación cuando tenía demasiada presión viniendo de todos lados. Solo necesitaba algo de tiempo para pensar, replantear mi vida y hallar la respuesta de lo que tanto anhelaba hacer. Pero cada gesto de indignación y cada mala palabra me hacían encerrarme más en mí mismo y no querer salir nunca de mi zona de confort, quitándome así la poca motivación que aún me quedaba para querer salir y ser alguien.
Pero, ¿Quién quería ser?
Desde pequeño siempre me gustaron las cosas aburridas y monótonas, mis días de rutina era lo que más quería cuidar, pues las aventuras infantiles en las que solía meterme, a la larga me producían escalofríos, ya que no sabía afrontar lo desconocido y prefería evitar cosas que pusieran en riesgo mi tranquilidad. Arriesgarme no era uno de mis pasatiempos favoritos, pero así mismo me di cuenta que aquello era lo que me hacía sentir ahogado, me limitaba inconscientemente y el resto se aprovechó de eso y comenzó a decidir por mi y recién me percaté de ello cuando terminé la escuela. Mamá había asumido que estudiaría algo relacionado con la física ya que me gustaban las matemáticas. Había dejado un folleto de la única universidad que había entre South Park y Denver sobre mi escritorio ya que no me veía tan emocionado como para ir a estudiar lejos del estado. Ver aquel trozo de papel con la insignia de la institución impreso me hizo querer huir. No deseaba estudiar, al menos no en ese momento. Me rehusé a matricularme cuando llegó la fecha. Nunca había visto a mamá tan enojada como cuando le dije que en vez de eso me iría a vivir lejos.
Clyde había sido quién me incitó a irme de casa, así como la mayoría de los chicos que conocíamos lo habían hecho para ir a estudiar o rehacer sus vidas. Vio lo deprimido que me encontraba y se apiadó de mi dándome el apoyo que tanto necesitaba. Con el estómago apretado de nervios tomé una maleta vieja de mi padre, una mochila y me fui sin detenerme a pensarlo dos veces porque si lo hacía seguramente iba a arrepentirme. Luego de que el enojo se disipara en mamá, la preocupación y la tristeza ocuparon su lugar. No quiso que me fuera por nada en el mundo, incluso me prometió no insistir más con la universidad, pero eventualmente entendió que ese no era el problema y que debía dejarme hacer mi propio camino para poder así encontrarme a mí mismo. Le había prometido que volvería si algo salía mal, pero por más que quería cumplir aquellas palabras para darle tranquilidad, era consciente que no iba a rendirme al primer tropiezo, debía madurar.
Ya no era el pequeño Craig que necesitaba su rutina estricta para sobrevivir.
El momento en el que por fin dejé mi pueblo fue memorable, había salido de mi zona de confort y había dado un paso que antes no me hubiera atrevido a dar, le había abierto la puerta al emocionante y misterioso mañana, al que de pequeño tanto le temía. Todo esto sin tener ni un mísero plan, pero aquello no evitó que se formara una sonrisa en mi labios, la cual perduró por el resto del camino con destino a la gran ciudad de Chicago.
Y cuando por fin recibí las llaves de mi primera habitación rentada, supe que ese era el momento en que comenzaba a vivir mi propia vida, bajo mis reglas y decisiones. Ahora no había nadie que me dijese que podía y lo que no podía hacer. No importaba incluso cuantas de mis cosas tuve que vender para darme el primer impulso dineral, esto era mío.
Solo mío.
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Tras su Puerta / Reescrita
FanfictionAl graduarse, Craig se vio expuesto ante las exigencias de su entorno. No tenía la más mínima idea de lo que quería hacer ahora que se había convertido en adulto, ni mucho menos algún plan, pero estaba dispuesto a que la vida lo sorprendiera, ilumin...