La misma noche de nuestro cumpleaños, un poco antes de que llegara a su fin, compartí la pizza que mis compañeros de trabajo me habían obsequiado con Tweek. En silencio permanecimos en mi cuarto, uno frente al otro, tal y como aquella primera vez. Tweek parecía pensativo luego de entregarle la tarjeta de su padre diciéndole que había llegado a mi casilla por error, confirmado de paso por fin su nombre. La había leído luego de comer un par de rebanadas de pizza mientras yo le contaba lo divertido que era que ambos cumpliésemos años el mismo día.
Ver a Tweek un poco más abierto a mi persona me llenó de alivio, pero aún así temía que a la mañana siguiente él volviera a ignorarme y que esta amistad que trataba de formar retrocediera lo poco y nada que había avanzado. Por lo que esa misma noche me atreví a pedirle que me acompañara a un lugar que había hallado fuera de la ciudad en uno de mis tantos días libres. Era un sitio que me recordaba a los bosques de South Park y que me ayudaba a escapar de la vertiginosa vida en la ciudad.
Y aquí estábamos hoy, dos días después de que él sorpresivamente aceptara, nos encontrábamos caminando por un sendero luego de estacionar la motocicleta. Le había dicho que más adelante había un pequeño río y unos cuantos árboles perfectos para escalar, pero que el camino era algo inestable por lo que debíamos tener cuidado, sobre todo cuando habíamos tomado un atajo un tanto peligroso. Tweek venía detrás mío pisando los mismos lugares que yo con precaución, pronto me di cuenta que tomar este atajo no había sido una buena idea, más cuando aún quedaba algo de lodo acumulado de la pasajera lluvia de la noche anterior.
— ¡Ah! — Sentí a Tweek gritar tras mi espalda. Antes de que pudiera voltearme sentí su cuerpo chocar contra el mío haciendo que perdiera el equilibrio y ambos rodáramos cuesta abajo. Sentí la humedad del barro manchar mis ropas, y mis rodillas y brazos golpearse contras las piedras que sobresalían de la tierra. Cuando la peligrosa caída había llegado a su fin, Tweek y yo nos encontrábamos tumbados sobre un gran charco de lodo junto al río. Pasmado me observé el cuerpo, mis ropas se hallaban manchadas y mis pies totalmente enterrados bajo la sucia agua marrón. A mi lado Tweek se hallaba de rodillas y al igual que yo, sucio de pies a cabeza.
— O-Oye ¿Estás bien? — Le pregunté poniéndome de pie y sacudiendo mis ropas para acercarme hasta él — ¿Tweek?
Con algo de dificultad mi vecino se puso de pie mientras su ropa goteaba. Luego se volteó hacía mí y me tuve que morder el labio para no soltarme a reír en el instante en que le vi el rostro manchado de barro.
— ¿Estás bien? — Volví a preguntar tratando de que mi voz no se escuchase quebradiza al retener mis ganas de reír. Recordé entonces una situación similar, quizás un tanto más peligrosa, que viví con Clyde y Tolkien, de la cual salimos con arañazos, cortes y con un Clyde cojeando debido a un esguince.
La suave y cantarina risa de Tweek me trajo de vuelta de mis recuerdos y me vi riendo con él sin poder creerlo — Somos un desastre — Dijo mientras alzaba su camiseta y se limpiaba el rostro. Me quedé unos momentos quieto en mi lugar, sin poder apartar la mirada de la leve sonrisa que Tweek mantenía en su rostro. Tenía los labios delgados y unos dientes muy bien alineados, lo miré tanto que mi pobre colmillo montado sintió envidia. Ahora sabía porque su padre quería verlo sonreír otra vez. Su sonrisa iluminaba todo su rostro y lo transformaba en alguien totalmente distinto.
El ambiente entre Tweek y yo había sido tranquilo y ameno, casi como si lleváramos años de amistad. Sentía tan irreal el hecho de estar aquí con él, luego de todas las veces en las que me ignoró y de las veces en las que todos me decían que hiciera lo mismo ¿Por qué ignorarlo? Éramos vecinos y teníamos casi la misma edad, no había impedimento alguno para que intentara ser su amigo. Agradecía no haberme rendido el mismo día que sentí su indiferencia, de ser así hoy no estaríamos aquí disfrutando de la compañía del otro.
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Tras su Puerta / Reescrita
FanfictionAl graduarse, Craig se vio expuesto ante las exigencias de su entorno. No tenía la más mínima idea de lo que quería hacer ahora que se había convertido en adulto, ni mucho menos algún plan, pero estaba dispuesto a que la vida lo sorprendiera, ilumin...