3

72 11 0
                                    

Pasaron alrededor de treinta minutos desde que Minhyuk se fue y lo dejó completamente solo en la casa. En ese escaso tiempo se convirtió en humano y a regañadientes trató de aprender a usar el control remoto pues quería entretenerse con algo mientras el humano estaba fuera.

Al final lo logró, así que buscó entre la gran variedad de canales algo que captara su atención tanto como aquel BL; sin embargo, para él absolutamente todo era anodino. Bufó frustrado y poco le importó dejar encendido el televisor cuando su hambre se hizo presente. Se puso de pie y corrió hasta el refrigerador en busca de algo que saciará su apetito.

No había nada nuevo más que una lata de leche medio vacía, un poco de lechuga, un tazón de arroz y algo de pescado, todo lo que ya había visto la primera vez que abrió el refrigerador. Y sí, lo había abierto otra vez con la esperanza de que mágicamente apareciera algo más, aunque muy en el fondo sabía que no era posible.

Resignado, tomó el tazón de arroz y con la ilusión de que se descongelaría rápido, lo dejó reposar unos minutos en la encimera. Cuando creyó que estaba listo, metió la mano en el alimento con la intención de llevárselo a la boca, pero cuando así fue lo escupió de inmediato ya que aún se encontraba demasiado frío y duro para su quisquilloso paladar.

Mientras tanto, no tan lejos de la cabaña —en un supermercado— se encontraba Minhyuk pagando por todos los víveres y demás productos de primera necesidad, aparte de alguna que otra cosita que creyó sería del agrado del conejito. Después de recibir su vuelto y la boleta que indicaba el precio y los objetos comprados, agradeció a la señorita que lo atendió y caminó de vuelta a su hogar.

No esperó encontrar arroz regado por la encimera y el suelo de la cocina, ni la televisión encendida en un canal aleatorio, y al pequeño conejo frente al refrigerador. No entendía como aquello era posible, estaba comenzando a considerar ir con un psiquiatra, y es que creía haberse vuelto completamente loco ¿Por qué sucedían ese tipo de cosas tan extrañas?

Todo comenzó con la llegada de aquella bolita de ternura ¿De verdad era posible que hiciera tal desorden un animal que se supone no debería llegar a lugares tan altos ni tener la capacidad de abrir el refrigerador y mucho menos saber usar el control remoto para ver algo en el televisor.

De nuevo, decidió hacerse el desentendido al menos por el momento pues tenía que arreglar el desastre causado y darle de comer de nuevo al animalito, luego saldría para hablar del asunto con alguien que siempre lo comprendía y apoyaba.

Del pequeño cuarto de limpieza sacó una escoba, un recogedor, una aspiradora y un trapeador, llevo cada cosa a la cocina y comenzó a limpiar. Con la pequeña aspiradora succionó el arroz de la encimera, luego con la escoba y el recogedor se hizo cargo de lo que había caído en el suelo, y finalmente con el trapeador dejo reluciente cada rincón del pequeño espacio.

Antes de aprovechar para limpiar toda la casa como todos los días después del desayuno y de su merecido descanso, guardó la comida y los útiles de aseo en sus respectivos lugares, las cosas que le compró a Sannie las dejó en su habitación —luego se las mostraría— y cuando estuvo de regreso en la cocina, en un plato hondo puso un poco de lechuga y se la entrego a su conejito, quien se encontraba tratando de subir al sillón de la sala.

Ahora con más tranquilidad se encargó de dejar impecable hasta el lugar más recóndito de su casa, bueno, a excepción de aquellas dos habitaciones que no se atrevía a abrir por el miedo de revivir emociones viejas que debían mantenerse enterradas en lo más profundo de su corazón.

Suspiró con pesadez y luego de devolver los artículos de limpieza a su lugar correspondiente, subió a su habitación, se baño y cambió lo más rápido que pudo. Cuando regresó al primer piso tomó al conejito entre sus brazos dispuesto a despedirse.

—Saldré con un amigo, no demoraré demasiado— dijo y depositó un corto beso en la cabeza de Sannie para a continuación dejarlo en el sillón— ¿No comerás la lechuga?— preguntó al percatarse del plato, aún lleno, que se encontraba en el piso.

No necesitó respuesta pues supuso que era un «Sí» rotundo, por lo que llevo el plato al refrigerador, quizá después haría una ensalada con eso.

Minhyuk no se dio cuenta de que había dejado su celular, junto a sus audífonos conectados a este, en la encimera, hasta que estuvo lejos de su casa.

Sannie de nuevo convertido en humano, lo encontró y no se contuvo al momento de intentar entender como era que se usaba el pequeño objeto, al principio ató el cable de los audífonos a su cintura, luego intentó con su cuello y fue después de tantos intentos que se los colocó como era debido, encendió el celular por accidente y lo desbloqueo con facilidad pues carecía de una contraseña como bloqueo de pantalla.

Comenzó a abrir diferentes aplicaciones. Primero fue la del reloj que al no entender bien su función la cerró y pasó a la siguiente, la cámara, la cual lo asustó tras verse reflejado en la pantalla del aparato electrónico. Después de analizar su físico a través de ella como si de un espejo se tratara, abrió la aplicación de música y sin querer le dió play a una canción en inglés.

El sonido que viajó a través de los cables hasta llegar a sus oídos realmente lo sorprendió, no estaba acostumbrado a eso ni a nada de lo que había experimentado en aquella casa. Toda su vida vivió en el bosque junto a sus familiares y amigos, bueno, así fue hasta que tomó decisiones que lo llevaron a aquel lugar —tan lúgubre a su parecer— del que huyó para terminar viviendo en la casa de un completo extraño.

No obstante, no le resultaba extenuante ni complicado aprender, sino más bien era algo enriquecedor y que lo emocionaba.

Cada canción que se reproducía de manera aleatoria e instantánea era de su agrado, por lo que comenzó a bailar al ritmo mientras buscaba algo que comer en el refrigerador, que ahora se encontraba abarrotado de una gran variedad de alimentos desde frutas y lácteos hasta deliciosos dulces y helado.

Estaba tan distraído con la música, su banana milk y el choco pie que estaba prácticamente devorando, que no se dio cuenta del par de ojos que lo estaba observando atónito.

Maratón 3/3

My sweet bunny | Rocksan/SanhyukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora