Cientos de flores de cerezo adornaban con su etérea belleza las ramas de aquellos árboles que lo rodeaban en su caminar, a la vez que el viento acariciaba su cabello color azabache y envolvía su cuerpo cubierto por una camisa blanca con una corbata azul marino, un saco, un pantalón y zapatos de vestir todos negros cuál carbón.
El sol resplandecía aún siendo el inicio del anochecer, y Minhyuk admiraba como las diversas luces de colores se mezclaban en la inmensidad del cielo mientras caminaba hasta la gran cabaña que heredó tras la muerte de sus progenitores, lugar al que siempre venía con ellos en sus vacaciones cuando era un niño y al que se había animado a volver después de muchos años, solo para buscar un sentido a su vida porque además de trabajar para vivir, era solamente un tipo de pocos amigos que no tenía idea de lo que en realidad quería o hacía.
El tiempo avanzó sin demora y el empresario, que por primera vez había salido temprano de su trabajo, llegó a la entrada de su morada. Después de dejar escapar un suspiro cansino, quitó el pestillo, metió la llave en la cerradura y abrió la puerta.
Estando dentro se quitó sus zapatos y los cambió por unas pantuflas lo suficientemente cómodas, que como siempre, se encontraban en la entrada; de igual forma se quitó su saco y lo arrojó en uno de los sofás de su sala de estar, aflojó su corbata y caminó hasta la cocina para servirse un vaso de agua.
Mientras bebía aquel líquido cristalino, su vista se topó con un frágil y pequeño conejo que corría presuroso hasta esconderse en unos arbustos que rodeaban parte de su casa. Su curiosidad y preocupación dominaron más que cualquier otro sentimiento que pudiera albergar su corazón, y al mantenerse arraigados en el, le dieron la valentía suficiente para investigar lo que le había sucedido al pequeño animal.
Ya fuera de la cabaña, buscó entre los arbustos al conejo, blanco como la nieve que engalana su ciudad en pleno invierno; por fortuna, no fue difícil encontrarlo pues aquel arbusto en el que se había escondido temblaba levemente.
Con extremo cuidado lo tomó en brazos y caminó de vuelta a su casa, en un comienzo el tacto de Minhyuk —como el de cualquier otro humano— le resultaba desapacible al pequeño conejo, por lo cual se mostró reacio a ser llevado por él a un lugar que desconocía; sin embargo, sabía que no tenía de otra así que intento relajarse, lo cual no le costó demasiado pues aunque no lo quisiera admitir se sentía calentito y protegido en los brazos del azabache.
Cuando Minhyuk estuvo dentro de su casa de nuevo, dejó al conejito en la encimera y le buscó en el refrigerador algo que pudiera comer. No encontró ninguna zanahoria, pero sí un poco de lechuga, por consiguiente lo alimentó, bueno en realidad lo intentó.
Había acercado un pequeño pedazo de lechuga a la boca del animalito, pero este solo retrocedió con temor, fue en ese preciso instante que Minhyuk notó que tenía un poco de sangre en su costado izquierdo y creyó entender el porqué de su comportamiento.
—¿Qué tan infame puede ser una persona para ser capaz de hacerte tal daño?— le habló al conejo aún sabiendo que no obtendría respuesta.
Dejó la lechuga cerca del animal y Minhyuk no se dio cuenta cuando este se acercó a comer con tranquilidad, pues se había ido al baño en busca de su botiquín de primeros auxilios para curarle la herida.
—Ya volví— exclamó y cuando vio que ya no estaba la lechuga qué había dejado en la encimera, hizo un pequeño puchero— ¿No te agrado? O ¿Por qué no querías que te diera de comer? Apuesto a que no confías en mí por lo que te hicieron ¿No?— preguntó y unos segundos después se respondió a sí mismo— Sí, debe ser eso.
Le restó importancia a lo acontecido y tras buscar en internet como curarle la pequeña herida, ya que no era ningún profesional en esa área, presionó inmediatamente la herida para frenar el sangrado, después la lavó con suero fisiológico y secó la zona con un paño limpio y estéril sin pelusa, y finalmente lo vendó. Tendría que cuidar de él hasta que su herida cicatrice, felizmente ya era fin de semana, así que aunque era de esas personas que se sobre exigía cuando se trataba de su trabajo, estaba dispuesto a dejar eso de lado solo si tenía que cuidar de un indefenso animal.
—No tengo idea de lo que te hicieron y sé que no entiendes lo que digo ahora mismo, pero de todos modos quiero que sepas que yo jamás sería capaz de eso, no soporto que lastimen a cualquier animal sea por sus estúpidos experimentos o cualquier otra razón— declaró el azabache mientras acariciaba la cabeza del pequeño animal, quien a pesar de no estar del todo convencido, se dejó.
Bajó al conejito de la encimera y lo envolvió en una gran manta gris y lo llevo al sofá para que descansara mientras él cenaba. Cocinó haemulpajeon, tortilla que suele estar hecha a base de huevo, mariscos y cebolleta. Comió gustoso al mismo tiempo que veía de vez en cuando si todo se encontraba bien con el animalito.
Lavó todo lo que había ensuciado, subió a su habitación con el conejito en sus brazos y lo dejó en su cama mientras él iba al baño con su pijama en mano para darse una corta ducha, cambiarse y lavarse los dientes.
Cuando terminó con todo eso se metió entre las sábanas al lado del pequeño animalito y le deseo dulces sueños. La luz de la luna recayó en su rostro haciéndolo ver precioso a ojos de cualquiera, incluso del conejito que seguía sin fiarse del humano.
De un segundo para otro, el pequeño conejito se convirtió en un ser humano completamente desnudo con una pequeña cola y dos orejitas peludas. Apoyó su cabeza en la palma de su mano y contempló confuso a Minhyuk.
—¿Por qué me ayudaste humano bobo?.
Volteó los ojos hacia arriba y luego, con algo de dificultad se puso de pie para dirigirse a la ventana cerrada, desde donde pudo apreciar el vivo e intenso color verde de los árboles del bosque, las millones de esferas que iluminaban el cielo nocturno siendo acompañadas por una bella luna llena.
Extrañaba demasiado a su familia y no sabía cómo la encontraría, no recordaba mucho ya que había pasado bastante tiempo desde la última vez que todos estuvieron juntos, pero estaba dispuesto a hacer lo que sea para volver al lugar de donde nunca debió salir, aunque bueno, primero tendría que esperar a curarse por completo.
Maratón 1/3
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My sweet bunny | Rocksan/Sanhyuk
ФанфикSanha, es un bonito híbrido de conejo. Minhyuk, un empresario que no encuentra el sentido a su vida. El híbrido había huido de su hogar porque quería conocer más de lo que había fuera de él, pero al tener solo malas experiencias y huir de personas...