23. CELESTIAL

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Fue una locura, una auténtica ida de olla de Ana. Pero la verdad es que fue de los encuentros más divertidos. Fue en aquella época loca en la que nos gustaba juntarnos con otras parejas D/s y hacer algún que otro intercambio. No era fácil, primero porque nos gustaba conocernos antes de hacer nada y asegurarnos de que todo estaba en orden, sobre todo si hablamos de salud. Pero también porque casi todo lo que encontrábamos eran parejas hetero y a mí me gustan las chicas más que a un tonto un lápiz, pero no me atrae nada la idea de acercarme sexualmente a un tío. Y, aunque decir esto me eche más años encima de los que admitiré tener... eran otros tiempos.

Pero no vamos a ponernos a debatir eso ahora. Os iba a contar qué me llevó a tener en casa ese trofeo en forma de ChupaChups gigante. El tiempo le ha ido borrando la inscripción, pero lució orgullosa en mi salón muchos años y muchas fiestas, con su "África, lengua de oro local" y todo.

Teníamos poco más de 20 años y estábamos... más salidas que el pico de una plancha, hablando en plata. Hicimos buena amistad con otras dos parejas sáficas de la zona. Nos movíamos mucho por los locales masoquistas, aunque creo que nunca llegamos a entender del todo el código de los pañuelos.

Llegó un momento en que decidimos que para juntarnos solo entre nosotras, que era donde más cómodas estábamos, podíamos pasar de esa zona y coger un pequeño local propio. Así surgió la primera asociación. Entre nosotras nos llamábamos "Las tintalabios", pues habíamos admitido mucho tiempo atrás una pequeña adicción por el cunnilingus. Se creó tan buen clima, tanto entre sumis como entre las Dommes, que pronto compartimos sesiones.

Jugábamos con eso de que "nos cedían" a sus amigas dominantes. "Peleábamos" por la atención de nuestras Amas. Presumían ante las demás de tener la mejor sumisa y nos lucíamos ante el resto, mostrando nuestras habilidades. Luego siempre bromeábamos, reíamos y compartíamos cenas, comidas y mimos bajo la manta. Para el resto del mundo, era una especie de peña, la típica cuadrilla de amistades de las de toda la vida... Y en gran parte, tenían razón. Nosotras, sin embargo, preferíamos considerarnos familia. Sé que puede sonar raro dado lo que hacíamos, pero no encontraréis una familia más unida y leal.

El cumpleaños de Ana lo inició todo. Se nos ocurrió regalarle unos vales para utilizar en un juego "de mesa" que habíamos creado para la mayor partida de rol sexual que habíamos conocido. Uno de ellos, ya no recuerdo de quién fue la idea, decía "Como es su coño el mejor manjar para los labios, que sea la mejor comensal quien la lleve al orgasmo". (He dicho ya que fue una ida de olla, no nos juzguéis).

Un largo debate terminó por dictaminar que solo había una forma de saber quién era esa comensal. No podía ser su pareja principal, porque entraban en juego otros sentimientos y no solo su habilidad con el... boca a boca... Pero tampoco podía elegir sin más a alguien al azar, porque como había tres Dommes, todas tenían el mismo derecho a opinar. (De nuevo, no tratéis de buscar lógicas).

Conclusión, que había que hacer un gran concurso. Invitamos a otras conocidas con las que habíamos follado alguna vez. Decidimos un sistema de puntos para el jurado. Hicimos los análisis y pruebas oportunos y cada una marcó sus límites, para respetarlos en todo momento. Así, se crearon varias pruebas a superar para el gran premio final: el celestial elixir del coño de Ana.

Preparamos unas camas y las tres afortunadas que recibirían y puntuarían nuestras habilidades con el sexo oral se vendaron los ojos. Todo daba puntos, todas pasaríamos por las tres y en cada "reto" cambiaríamos el orden de las parejas.

Lo primero era hacerla chorrear antes de empezar a beber. Después conseguir gemidos, orgasmos o tirones de la sábana. Por supuesto estaba la prueba sin manos. Y finalmente la de velocidad (quién hacía que se corrieran antes). Al margen de los retos, ellas evaluarían su nivel de satisfacción y todo ello junto nos daría una clara vencedora. Una lamedora de coños oficial. Una Tintalabios Pro. O, en resumen, nos daría el ChupaChups de la lengua de oro.

La competición estuvo muy reñida. Los grandes y blandos labios de Yuri eran todo un manjar por sí mismos y decía hacer ejercicios de lengua para "llegar donde nadie antes haya llegado". Tess era música y no necesitaba parar para coger aire. Yo... bueno, siempre he sido capaz de concentrarme en algo hasta que todo lo demás desaparece, lo que se traduce en prestar toda mi atención y mi interés en ese algo.

Hubo ovaciones, aplausos, gritos... No creo que nunca se haya celebrado tanto que alguien me empape la cara. Pero cuando aquella chica se corrió sobre mí con las piernas temblando y los ojos en blanco, no pude oír nada más que su respiración sedienta de oxígeno y ese susurrado "Dios, gracias, no volveré a correrme así en la vida". Fue como rozar el cielo unos segundos. Pero se equivocaba, porque desde ese día seguimos quedando al menos un par de veces por semana para relajarle todas las tensiones entre mis carrillos. No por nada, gané el concurso y una nueva pareja.

¡Qué tiempos aquellos! ¡Venditas locuras y benditos bichos raros que aprendimos a juntarnos sin miedo a salirnos de la norma! 

(K)Ink-tober 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora