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Capítulo 29
•Mentiras•

Narra Dean
La mire una última vez por la ventana del bus y partimos, me dolía dejarla allí, pero era lo que debía hacerlo, jamas me gustaron las despedidas no era bueno en ellas, cuando pensábamos en largamos de la granja mi idea nunca fue despedirme de nadie ya que no podría hacerlo, durante horas avanzamos por la carretera, Abraham conducía, Rosita estaba tras él dándole caricias, Maggie y Glenn estaban sentados juntos, tras ellos Eugene y en el otro asiento de al lado Tara, yo estaba tras ella, los demás hablaban, Maggie y Glenn voltearon para hablar con Eugene algo a lo que no le puse mucha atención, solo pensaba en la carta que me dio mi hermana, me preocupaba lo que le estaba pasando la vida no nos trataba muy bien mientras eso pasaba por mi cabeza pasábamos junto a un grupo de caminantes y chocamos con algo, Abraham perdió el control del bus y terminamos volteandonos.

Me senté herido y confundido con un dolor de cabeza que me mataba, vi a Rosita levantase, Glenn ayudar a Maggie, me levanté, Abraham, Glenn y yo saldríamos primero para deshacernos de los caminantes que se acercaron, él pelirrojo pateo la puerta trasera del bus hasta que logró abrirla, salimos y le una patada a un caminate para alejarlo, luego le clave mi cuchillo en medio de la frente a otro se lo clave en la cien, otro se acercó por atrás y lo tire al suelo, le aplaste la cabeza con mi pie hasta matarlo, mi bota quedó manchada de sangre asquerosa y la sacudí para limpiarla, entre todos acabamos con el grupo de caminantes, hasta Eugene había ayudado.

-revisen si Eugene esta bien- ordenaba Abraham
-estoy bien, sin solo rasguños- dijo él
-revisenlo- repitió
-¿es tu sangre?- preguntó Eugene viendo la mana sangrante del pelirrojo
-la herida se abrio otra vez, no sé por que sangra tanto es superficial- respondió
-hay un botiquín en el bus, ire a buscarlo- dijo Maggie levantandose, apenas dio un paso y el autobús comenzó a quemarse
-y como si no fuera suficiente- susurré
-no nos detendremos, en marcha- dijo Abraham tomando su bolso-encontraremos otro vehículo, hay que seguir- seguía
-es un accidente importante, pasamos mucho tiempo despejando la carretera, la iglesia esta a 20 kilómetros- lo detuvo Eugene
-no, no vamos a para y no vamos a volver, un soldado que se retira pierde la guerra, si la carretera nos gana, el plan se acaba y lo saben- empezó a decir, estaba algo molesto -seguiremos adelante por que tenemos que hacerlo, cada dirección es una incógnita, nadie va a volver- termino de decir y Glenn lo detuvo
-¿estas bien?- le preguntó
-fuerte como un roble- respondió y reí
-vamos a ir contigo, tu decides ¿sí?- le preguntó -pero necesito saber si estas bien- le decía Glenn
-asi mueren los planes, no lo puedo permitir el mundo esta en juego- dijo Abraham -ese choque me dolio no te lo voy a negar, estoy estresado y abatido, es una desgracia, pero si dices que seguimos, estoy bien- aseguró
-seguimos- asintió Glenn
-echemos tierra encima y a caminar- comentó Abraham y sus dichos raros
-encontraremos lo que necesitamos, como siempre- habló Rosita
-esta bien, pero yo no me hechare tierra- avisó Maggie
-yo tampoco, amigo- les dije
-podriamos usar bicicletas, al menos no explotan- propuso Tara
-¿y de donde sacamos bicicletas?- le pregunté molestandola
-las buscamos, cerebrito- me contesto
-vamos- nos ordenó Abraham

Comenzamos a caminar, Eugene se quedó algo atrás, pero Rosita lo apresuró, caminamos hasta que llegamos a una biblioteca, entramos al oscuro lugar alumbrando con las linternas, Tara fue a sacar agua del baño mientras los demás tapabamos las ventanas y movíamos los estantes llenos de libros para resguardarnos, encendieron una fogata y calentaron una de las latas de comida que teníamos, Rosita suturo la herida de Abraham, era tan linda y no sólo físicamente, su personalidad ruda, la forma en la que hablaba o miraba a los demás, como lo miraba a Abraham, esa mirada, sus ojos, Dios, me volvían loco.

Abraham se levantó y se fue, pues ya habían terminado con su herida, ella se quedo sentada allí siguiéndolo con la vista hasta que noto que yo la observaba y me dio una media sonrisa, yo no le quite la mirada en varios minutos, era demasiado obvio y no me molestaba serlo, más tarde me senté lejos de los demás, Rosita y Abraham andaban por ahí teniendo sexo, nada era peor que escuchar a la chica que te gustaba con otro.

𝑱𝒖𝒔𝒕 𝒕𝒉𝒆 𝒕𝒘𝒐 𝒐𝒇 𝒖𝒔 |Daryl Dixon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora