¿Estoy muerto? No, en realidad

466 62 15
                                    

Los vio. Una manada, una gran manada. Levantó la cabeza, buscando desesperadamente, y vio a Daryl, Michonne, Maggie, Carol, Jesús, Eugene y los demás al otro lado del río.


Quiso tener esperanza, pero sabía que su muerte era inevitable; no había manera de que el grupo pudiera enfrentarse a la gran manada y no quería que se arriesgaran. Su herida palpitaba cuando hizo contacto visual con Daryl, el único que permaneció quieto mientras los demás corrían hacia adelante. Daryl sabía, al igual que él, lo que pasaría. Él dolor en el rostro de Daryl sería lo último que vería.

-No, no lo hagas, no por mí. Son demasiados. No-, Rick agitó una mano cubierta de sangre hacia Daryl, tratando de que los detuviera. No deberían sacrificarse por él.


Sacó su hacha y logró derribar al caminante más cercano con más esfuerzo del que le había costado desde hace años. Los rayos de Daryl volaron y acabaron con más caminantes que se acercaban demasiado. Rick cerró los ojos brevemente, arrepintiéndose de todo lo que no había hecho, de cada momento que no había aprovechado hasta ese momento pasando ante sus ojos.

Entonces, el puente explotó.


***



Desorientado, con un fuerte dolor de espalda y cuello. No creía que morir se sintiera así, o ser caminante no es tan malo, en realidad. Por el contrario, es notablemente similar a despertarse en el hospital hace tantos años. Cuando todavía era inocente y apenas tenía sangre en las manos. Y tal vez sea un poco diferente de los demás caminantes, porque puede pensar, puede recordar y sabe que los caminantes no pueden, al menos no más allá de comer y ser un jodido dolor de trasero.

No se movió, se mantuvo quieto tratando de entender su entorno. Sabía que había sido quemado o convertido en un grotesco caminante chamuscado. Esperaba lo primero, no quería obligar a su familia a volarle los sesos. La imagen de Daryl lo hizo abrir los ojos a la oscuridad. Se dio cuenta que estaba en un sofá. Afuera era de noche y por un momento se quedo tenso, viendo las viejas cortinas que Lori compro para que la casa se viera más elegante.

Estaba durmiendo en la sala de su vieja casa, la que compro cuando Lori quedo embarazada y todavía pagaba cuando todo se fue a la mierda.

¿Era esta la otra vida?

¿Por qué terminaría aquí cuando muriera?


Volvió la cabeza y miró alrededor de la habitación. La foto de Carl en su anterior cumpleaños fue lo que hizo moverse. Si esta era una clase de más allá, significaba que Carl estaba aquí. Entonces, recordó lo sucedido hace un par de mese. Como Carl un día despertó llorando, como se aferro a él, como Lori le dijo preocupada lo que Carl le hablo sobre haberla matado.

Oh, jodido Dios.

No le importo el leve mareo que tuvo cuando se puso de pie de inmediato, o como casi cae en el primer escalón, necesitaba ver a su chico. Carl. Se detuvo fuera de la puerta de Carl, tenso. Hizo demasiado ruido al llegar aquí y la parte de su mente que sobrevivió una década le dijo que era un imbécil llamando así la atención sobre él. Aún así, respiro hondo y giro el pomo. La puerta estaba bloqueada. Quería reír, llorar, decirle a su chico lo listo que era.

-¿Rick?- la voz de Carl fue lo que lo saco de su debate emocional.

-Carl, Carl... Lo siento, lo siento- no supo cuando termino en el suelo de rodillas, frente a la puerta de la antigua habitación de su hijo. Fue levemente consiente del movimiento al otro lado, un mueble, probablemente una cómoda, era arrastrada, la puerta se abrió y Rick alzó la mirada para ver a su Carl. Carl de diez años con vestido con unos pantalones deportivos y una playera (no su pijama de Batman).

Enjuaga y repite, chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora