5. LA TRIPULACIÓN

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Amarillo flotaba y nadaba sobre la superficie del mar. Parecía divertirse muchísimo

-No te preocupes-la calmó Barriga de Oso que se había acercado hasta allí- Lo hace siempre. Cuando se cansa le tiro una cuerda y lo saco como si lo hubiera pescado.

Perséfone sonrió aliviada. Ese tal Amarillo estaba algo loco.

-Parece que se divierte-comentó Perséfone observándolo nadar.

-Sí, le gusta el agua casi tanto como lo amarillo-explicó Barriga de Oso- Por eso le decimos Amarillo

-Ya me lo había imaginado

-Yo soy Barriga de Oso, por mi amplio vientre -le dijo mientras se pasaba una gran mano por su enorme panza.- ¿Tú por qué te llamas Per?

-Es de Perséfone

-Bonito nombre

-Me agrada que le guste a alguien-dijo sorprendida y añadió algo molesta:- Tu capitán no es de la misma opinión

-Alejandro es demasiado sincero a veces-comentó Barriga de Oso entre risotadas- Es de esas personas que primero actúa y luego piensa.

-Sí, eso me pareció-dijo Perséfone sonriendo.

De pronto, otro pirata apareció a su lado corriendo y también se lanzó al agua. Cacín también se acercó a ella, pero no se tiró al agua sino que se sentó sobre el cañón que había a lado.

-Cortés es muy divertido y toca la vihuela-le contó Barriga de Oso señalando al muchacho que se hallaba con Amarillo en el agua.

-Oye, ¿has resuelto ya lo de la palabra "vela"?-le preguntó Cacín a Perséfone.

-No. Supongo que debe ser algo de Granada, pero nunca he estado allí, así que no se que puede ser-respondió ella

-Yo soy de allí, te lo he dicho antes, ¿verdad? Quizás podría ayudarte, me gusta esto de los acertijos-le comentó Cacín– Veamos... ¿Qué puede ser "vela" en Granada?

-Algo que se encienda- sugirió entre risas Barriga de Oso.

-¿Qué hacéis?-preguntó Sacul sentándose de un salto sobre la barandilla al lado de Barriga de Oso

-Pensar que es "vela", ya sabes, lo del poema- le explicó Cacín.

-Vela es eso-dijo Sacul señalando hacia los mástiles.

-En Granada no hay velas de esas- comentó Cacín- Lo destacable en Granada es lo morisco. Aunque ya no lo es tanto, gracias a nuestros encantadores reyes.

-¿Qué hace? ¿Es el vigía?- preguntó Perséfone mirando hacia las velas y viendo a Profundo en la cofa del vigía.

-A veces. Le gusta estar allí, dice que así se siente en armonía con el océano-le explicó Barriga de Oso.- Cosas de Profundo, ya ves.

-Un día podemos subir juntos, Per. Vigilaremos las estrellas-le propuso Sacul pícaramente y guiñándole un ojo. Barriga de Oso le dio una colleja- ¡Au! Sólo pretendía ser amable.

-Claro, y yo me lo creo, Don Galán-le dijo Barriga de Oso- No la incomodes. Ya oíste a Alejandro ayer.

Sacul le sacó la lengua cuando no miraba y le indicó a Perséfone con un dedo que estaba loco. Perséfone rió. A veces Sacul tenía su gracia.

-¡Eh! Espérame, Amarillo-gritó Sacul mientras se ponía de pie en la barandilla y se tiraba al agua.

-Luego no pienso sacar a ninguno-les gritó Barriga de Oso y luego, mirando a su izquierda, dijo con fastidio:- Tú también no.

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