Capítulo 17. El renacer dorado

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-¡Per, eres la mejor!-le decía Cortés.

-¡Has estado fantástica!-la halagaba Profundo.

-Me encantó como lo tiraste del caballo-le dijo El Plumas.

-Y lo que dijiste de los maestros-le recordó Amarillo contento.

Los piratas rodeaban a Perséfone realmente felices y la cubrían de halagos.

-Sí, y ¿visteis como le quite la espada?-se animó Perséfone. En realidad, se sentía muy orgullosa de lo que había hecho-. ¡Eso fue genial!

Todos coincidieron en que sí lo era. Alejandro, que había estado mirando desde la toldilla como se alejaban de aquella playa, bajó para reunirse con ellos.

-Bueno, aquí falta algo-les dijo Alejandro al llegar junto a ellos.

-¿Qué falta?-preguntó Ocho.

-Pues bebida, la música de Cortés, comida... ¡Tenemos que celebrarlo!-les alentó Alejandro contento.

Los piratas asintieron felices, entre voces y empujones bajaron a las bodegas para coger comida, bebida y la vihuela. Alejandro se quedó con Perséfone, quien lo miraba con una ceja arqueada.

-¿Qué?-preguntó Alejandro al verla.

-Sólo que pensaba...¿quién necesitó finalmente la ayuda de los dos?-le comentó Perséfone mientras se acercaba con las manos unidas tras la espalda.

-Muy graciosa-le dijo Alejandro sonriendo a la vez que también se acercaba, sabía que a se refería. Cuando Perséfone le pidió que le enseñase a manejar la espada, dudó sobre quién acabaría ayudando a quien.- Pero yo también ayudé...desde la lejanía.

-¿Y quién creía que no podía luchar contra aquellos piratas? Pues no sé si te diste cuenta, amigo, pero vencí a su jefe - le dijo Perséfone feliz colocándose frente a Alejandro-. Ahora, me debería cambiar el nombre y hacerme llamar "El temor de los piratas gordos y feos"

-No estaría mal-opinó Alejandro inocentemente.

-O "La Espadachina Invencible"-sugirió Perséfone alzando las manos e imaginándose el nombre en el aire. Alejandro se echó a reír.

-Tengo uno mejor-le dijo Alejandro parando de reír-. "Amuleto".

-¿Amuleto?- se extrañó Perséfone.

-Porque la suerte me sonrió el día en que me crucé contigo-explicó Alejandro mirando a Perséfone.

Perséfone sonrió y, mientras se miraban a los ojos, se acercaron más aún para después besarse.

-¡Ejem, ejem!

Perséfone y Alejandro separaron sus labios girando sus cabezas hacia el ruido. La tripulación los miraba muy atentos con sonrisas picaronas en sus caras, algunos con los brazos.

-No os cortéis por nosotros-les dijo Sacul con una sonrisa, viendo como Alejandro y Perséfone se alejaban rápidamente el uno del otro.

-Además, ya lo sabíamos-les reveló Pies Largos quitándole importancia.

-¡Pies Largos! Os dijimos que no lo contarais-se quejó Amarillo y luego se dirigió a Perséfone y Alejandro-. Cortés, Ocho y yo os vimos la otra noche.

-Vaya...que observadores, ¿no?-señaló Alejandro.

-Yo diría cotillas-dijo Perséfone.

-Nada de cotillas...-repuso Cortés-. Sólo giramos la cabeza accidentalmente en el momento justo.

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