Capítulo 16. La espadachina y el rescata piratas

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 Tras tres días de camino, consiguieron volver a Pegaso. Estaban muy felices por haber encontrado el tesoro. Cuando se encontraban a unos cuantos metros del barco, entre los últimos árboles del bosquecillo, Ocho paró la carreta de golpe. Todos cayeron hacia delante bruscamente.

-Ocho, pero, ¿qué haces?-preguntó Cortés algo molesto, frotándose la frente.

-Mirad, es él-dijo Ocho señalando hacia Pegaso

Todos miraron hacia donde les indicaba. Pegaso estaba siendo invadido por piratas. Provenían del barco de al lado, éste estaba algo retirado por culpa de las rocas, de modo escalaban por Pegaso desde la misma playa. Oruç se encontraba ya en cubierta dando órdenes a los pocos piratas que habían subido hasta el momento.

-¿Cómo nos ha encontrado? Creí que este lugar sólo lo conocería Dybá-dijo Dragón impresionado

-Parece que no es así-dijo Barriga de Oso- Ha llegado como nosotros, por el mar

-¿Qué hacemos, capitán?-preguntó Pies Largos

-No voy a dejar que destroce mi barco-dijo Alejandro muy serio mientras bajaba de la carreta- Aún podemos detenerles. Iremos con cuidado a por los que aún siguen en tierra sin que Oruç se dé cuenta. Vamos, desenvainad vuestras espadas y seguidme.

Rápidamente bajaron de la carreta, incluida Perséfone.

-Tú te quedas-le ordenó Alejandro y luego se dirigió a los piratas- Dejaremos oculto el tesoro aquí.

-No, yo quiero ayudar. Sé manejar la espada-le dijo Perséfone

-Ni hablar, no pienso dejar que corras ningún peligro-se negó Alejandro- Sacul, quédate con ella.

-¿Qué?-dijeron Sacul y Perséfone a la vez.

-Por favor, Sacul. Confío en ti-dijo Alejandro, luego ordenó al resto:-Vamos.

Todos, menos Sacul y Perséfone, siguieron a Alejandro. Sin hacer ruido, ocultándose de vez en cuando en algunas de las rocas que había antes de llegar a la orilla, se acercaron a los piratas que aún estaban en la playa. Cuando sólo estaban a unos palmos de ellos, una pluma llegó hasta El Plumas. Al principio sonrió pero después, tras mirar hacia Pegaso, su rostro se endureció. Uno de los piratas que se hallaban en el barco, había encontrado el saco donde El Plumas guardaba sus apreciadas plumas y lo vaciaba sobre la cubierta, provocando se esparcieran por todos lados. Alejandro se dio cuenta y miró a El Plumas que se había apartado de la roca donde se ocultaba y se dirigía a la orilla rápidamente. Alejandro corrió tras él seguido del resto.

-No, Plumas- lo llamó Alejandro intentando detenerle, pero era demasiado tarde.

-¡Quietos!-les decía El Plumas.

Los pocos piratas que había en la playa se volvieron hacia ellos con espada en mano y comenzó la lucha. Cuando parecía que ganaban, se les unieron los piratas que había en el barco junto con Oruç.

Perséfone y Sacul observaban desde lejos, entre los árboles, la escena con tensión.

-Tenemos que ayudarles, Sacul-le insistió Perséfone

-No, Per. No puedo dejarte sola-repuso Sacul observando angustiado la lucha

-Iré contigo-declaró Perséfone pero como Sacul seguía poco convencido, continuó insistiendo:-Sabes que manejo la espada.

-Pero, esto es diferente...

-Tú también quieres ayudarles. Nos necesitan, Sacul-le dijo Perséfone tratando de convencerle-. Con nosotros igualaran a los otros piratas. Mira, Cortés está luchando contra dos y sabes que no es muy bueno con la izquierda.

PegasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora