Capítulo 4. EL SECRETO DE LA NUEZ

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-¡PER! ¡PER!

Perséfone se despertó sobresaltada. Estaba tumbada en el suelo del barco, en el mismo sitio donde se había quedado dormida pero con una manta encima. Creía que todo había sido un sueño. Vio que delante suya se encontraba el hombre que se hacía llamar Pies Largos, aunque sus pies eran normales, bueno, a decir verdad, eran bastantes pequeños.

-¡Ven! Vamos a abrir la nuez- le dijo rápidamente y se dio la vuelta para bajar hasta la cubierta.

Perséfone se levantó y lo siguió. Todos los piratas estaban reunidos en torno a Alejandro, quien se quitaba de nuevo la nuez del cuello con una mano mientras que con la otra sostenía un cuchillo.

-Ya la he despertado-informó Pies Largos felizmente. Siempre era muy efusivo.

-A ella y a todo el mundo. ¡Vaya voces!-dijo gruñonamente Barriga de Oso.

-Bueno, ya que estamos todos aquí, intentemos abrir la nuez, ¿no?-dijo Cortés bajando del cañón donde había estado sentado.

Los demás piratas asintieron impacientes dándole la razón a Cortés. Alejandro los miró y luego miró con inseguridad la nuez.

-Como se rompa, será por vuestra culpa-les amenazó Alejandro y luego, mirando a Perséfone, preguntó:-¿Algún consejo para abrirla por la mitad limpiamente?

Perséfone, tras pensarlo un momento, y recordando a su padre comiendo nueces en Navidad, dijo:

-El cuchillo debería atravesar la nuez justo por la línea que separa las dos mitades, justo por esa línea. Después, ya sabes, muévelo hacia un lado y se abrirá.

-Vaya consejo...-murmuró El Plumas a Pies Largos

Alejandro quitó el cordel que atravesaba a la nuez por medio de unos agujeritos. Después, colocó el cuchillo por la parte más ancha de la nuez y lo hincó con cuidado tal y como le había dicho Perséfone. Cuando el cuchillo se hubo hincado en la nuez por completo, mientras sujetaba con una mano firmemente la nuez, con la otra giró el cuchillo. Se escuchó un ¡crac! Todos contuvieron la respiración. Alejandro abrió la mano donde estaba la nuez y vio con sorpresa como la mitad de ella se le escapaba entre los dedos y caía al suelo.

Todos aplaudieron con entusiasmo y alegría, incluso Perséfone aplaudía. Alejandro sonrió aliviado a su tripulación y después miró la mitad de la nuez que aún tenía en la mano. En ella había un pequeño papel muy doblado.

-¡Eh! Aquí hay algo-avisó Alejandro y dejó el cuchillo en el suelo. Todos lo miraron mientras cogía el papelito y lo desplegaba.- ¿Qué es esto?


Eso sí que no tenía pinta de mapa. Estaba claro que era un acertijo, no tenía ni pies ni cabeza. Los piratas se acercaron a Alejandro para mirar el papel, todos pusieron la misma cara de extrañeza. Perséfone, antes de mirar, se agachó para recoger del suelo la mitad de nuez que se había caído.

-Per, ¿tú qué opinas?- le preguntó Cacín- Yo creo que si está relacionado con el poema. Mira, tiene las mismas lunas. Las tres.

Perséfone se sorprendió un poco de que se dirigiera a ella, pero aun así acercó y miró el papel que sostenía ahora Cacín.

-Sí, tienes razón son las mismas-coincidió Perséfone- Y creo que cada una corresponde con su gemela de cada párrafo del poema.

Mientras tanto, Alejandro observaba junto con otros dos piratas el papel que contenía el poema de Dybá.

-Sí, yo también lo creo- dijo Dragón que miraba el poema.

-¡Uf! Dragón, te dijimos que por las mañanas no nos hablaras demasiado-le recordó Cortés que estaba a su lado tapándose la nariz con los dedos.

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