JongHyun se apretó el puente de la nariz.
—¿No había señales de él?
MinHo no podía mirar a JongHyun a los ojos y, en cambio, le habló al jarrón de flores más cercano. Eran rosas rosadas según la etiqueta.
—No. Pregunté por él en la tienda. Esa fue la primera vez que entró.
—¿Qué compró él?
MinHo se rascó la nuca.
—¿Eh?
—Escuchaste lo que dije.
—Un bolígrafo.
JongHyun frunció el ceño al suelo.
—Un bolígrafo.
—Sí.
—¿Pero por qué?
Las mejillas de MinHo comenzaron a picar, y un calor se apoderó de él. No respondió a la pregunta de JongHyun, esperando que fuera retórica, y siguió mirando las rosas. Un tono sutil de rosa, un tono similar al de los labios impertinentes de TaeMin. Las mejillas de MinHo se incendiaron.
—¿Se arriesgó a exponerse por un bolígrafo?
MinHo tragó saliva.
—Eso parece.
JongHyun negó con la cabeza.
—No.
—¿No?
—Mantiene un perfil bajo, no ha usado su tarjeta bancaria en absoluto hasta ayer para comprar un maldito bolígrafo. No está sumando.
—Parece un poco extraño.
JongHyun cerró la mano en un puño.
—Él quería ser encontrado. Es una burla. Confía en que puede escapar. Bastardo.
Sonó el timbre de la tienda y MinHo nunca se había sentido más aliviado de ver a Onew. Entró pavoneándose, deslizándose las gafas en el pelo.
—Mis perras se ven tensas.
JongHyun agitó un dedo hacia él.
—No empieces.
—¿Supongo que el niño todavía está vivo?
—No había señales de él cuando llegué allí.
En cambio, había un aviso en el tablero que le decía a MinHo que lo llamara. MinHo, quien se entregó a un poco inusual de alivio del estrés. Era la primera vez que tenía sexo telefónico con un hombre al que intentaba matar.
Onew se encogió de hombros.
—Vergüenza.
—Sin embargo, se está burlando de nosotros —dijo JongHyun.
—¿Cómo?
—Compró un bolígrafo.
Los labios de Onew se separaron.
—De ningún modo. ¿Era tu bolígrafo favorito?
—Onew... —gruñó JongHyun.
—¿Querías el bolígrafo? ¿Compró el último? ¿Lloraste lágrimas de tristeza?
—Piensa con mucho cuidado en molestarme en este momento.
—Oh, relájate —dijo Onew, saltando para sentarse en una de las mesas de exhibición. —¿Explica por qué es tan ofensivo que compre un bolígrafo?
