un hombre silitario

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Un hombre de 38 años, con cabello castaño y una barba descuidada, salía de un bar completamente ebrio mientras intentaba regresar a su casa. Entró en un callejón para vomitar y, debido a su estado, cayó inconsciente. Al despertar, se dio cuenta de que su celular y su cartera habían desaparecido. Maldijo al mundo por su situación, llegó a un departamento en deplorables condiciones y se acostó en su cama, donde durmió durante todo un día.

Cuando finalmente salió, se topó con su casero, quien tenía una actitud desagradable y le reclamó por la renta que debía. El hombre le explicó que no tenía dinero y le dijo que se fuera a la mierda. El casero lo amenazó con desalojarlo, pero al hombre ya no le importaba. Salió, se sentó en la acera con un letrero de cartón pidiendo dinero, una situación que odiaba y que lo hacía sentir humillado.

Mientras mendigaba, unos chicos loe robaron su dinero. El hombre los persiguió hasta llegar a un callejón, donde uno de los chicos lo sorprendió con un palo y lo golpeó en la cabeza. Cayó y los chicos lo rodearon, golpeándolo hasta dejarlo malherido. Parecía que podría morir en ese mismo lugar, maldiciendo su vida, a sus padres, el bullying que sufrió a lo largo de su vida, una esposa que lo engañó con su hermano y su hija que falleció a causa de una enfermedad. Perdió su trabajo, cayó en el alcoholismo y terminó mendigando dinero para más alcohol. No podía soportar más esa vida miserable.

Inesperadamente, unas cadenas surgieron y atravesaron a los chicos que lo habían golpeado. Aterrado por haber quitado la vida a esas personas, el hombre salió corriendo hacia su departamento. En su mente, surgió la idea de tomar represalias contra su casero y contra todas las personas que, según él, le habían arruinado la vida, se detuvo, reflexionó y agradeció a Dios por haber adquirido un don como ese para poder vengarse del mundo.

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