por fin mi descanso

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Un hombre de 28 años, John, murmuró con determinación en su departamento: "Por fin podré darle la lección que se merece ese desgraciado de mi jefe". Antes, sin embargo, debía lidiar con su casero. Salió con una capucha negra para no ser reconocido, descendió las escaleras hasta el primer piso donde vivía su casero y tocó su puerta. Sin más, derribó la puerta de una patada. Su casero, algo asustado, le gritó: "¡Maldito loco! Me debes meses de renta y ahora haces esta idiotez. ¡Llamaré a la policía!"

Sin prestar atención, John se acercó al casero, quien lo había insultado y humillado. Una siniestra sonrisa se dibujó en su rostro mientras sujetaba la cabeza del casero con ambas manos con una fuerza inexplicable. De repente, una energía oscura emanó de él, envuelto en un humo negro, y en un parpadeo, el casero desapareció sin dejar rastro. No se convirtió en cenizas ni en cualquier otra cosa, simplemente desapareció.

Sin más dilación, John se dirigió hacia su trabajo. Al llegar, buscó a su jefe, quien estaba en su oficina. Sin pronunciar palabra alguna, se acercó, lo miró fijamente y extendió sus manos hacia él. A pesar de las amenazas de su jefe sobre despedirlo y llamar a la policía, John lo ignoró por completo. Transmitiendo esa misma energía humeante, desintegró a su jefe frente a sus ojos.

Salió del edificio sin importarle si había testigos. Su venganza estaba consumada y no consideró necesario pronunciar una sola palabra. Regresó a su departamento, se recostó en su cama y durmió plácidamente.

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